Ante las muchas “odiseas” que sufrió Ulises hasta llegar a Ítaca, Homero resalta la figura de los cíclopes que vivían en una isla aparte sin leyes y sin obediencias, despreciando todo aquello que les importunara en su quehacer diario. Entre todos sobresalía Polifemo. Con un solo ojo en medio de la frente, fuerte y gigantesco se alimentaba de carne humana y de corderos que, con otras viandas, encerraba en su cueva, cuya puerta era una piedra inmensa que sólo él estaba en condiciones de mover.
Ulises y algunos de sus hombres atracaron en la isla de los cíclopes en busca de comida y vieron cómo la cueva de Polifemo estaba abierta y las viandas a la vista. Ulises esperó a que regresara el dueño de tal abundancia para conocer sus condiciones y propósitos, pero no pudo impedir que el monstruo se devorara de dos en dos a los marineros que le acompañaba, después de cerrar la cueva para que no escaparan… El final, ya lo conocen todos: con una estaca de naranjo seco cegaron su único ojo y los demás escaparon bajo la lana de las ovejas que Polifemo no podía ver.
He presentado hoy la historia del cíclope para ver si a alguien se le ocurre cómo escapar del nuestro.
pedrouve
tenemos un polifemo inamovible.