De tanto ir a los entierros tengo localizado a un funerario de los que traen, llevan y ponen flores sobre las cajas de los muertos, de parecido extraordinario con el Ministro de Cultura. Llegué a pensar que, entre los tiempos libres que le dejan los Premios Nacionales, hacía horas extraordinarias. Pero no, ya hablé con el doble y, tras ofenderse muchísimo, sonrió para que constatase la diferencia.
Con más motivos que nunca hoy estoy interesado en el perfil de tan relevante ministro por la concesión de los Premios Nacionales de 2024. Destaco dos de ellos: el de poesía y el de comic. El primero se lo ha concedido a una señora independentista, que abraza el comunismo como si se tratara de un ramo de novia. Sus versos son de tal calibre que alcanzan y nos recrean en el más profundo sentimiento de la ternura.
El Nacional del Comic supera cualquier originalidad imaginable: una dama comulgando con una pastilla, que vaya usted a saber si es paracetamol o éxtasis. Si Aristóteles pudiera tener acceso a la obra premiada, no cesaría en alabanzas. Y así.
Cuando nos falte el Ministro de Cultura, nadie tendrá cualidades para reemplazarlo.