Seguridad en el país: ¿violencia incontrolable?

9 de diciembre de 2024
3 minutos de lectura
Archivo. Crimen contra la familia LeBarón en México. / Fuente: EP
JOSÉ LUIS GARCÍA

En el primer día del actual mes de diciembre, México amaneció con 39 personas asesinadas, cifra que reconocen las fiscalías estatales y la misma Secretaría de Seguridad Pública federal. Amén de los números que no se conocen porque, de entrada, habría que esperar a que “bajen” los datos de aquellas poblaciones alejadas de las capitales en las entidades.

¿Una violencia incontrolable? Eso ya lo sabemos. El problema está en saber si existe o no una estrategia de seguridad, la que nos prometieron hace unos meses… la que, se supone, vendría a poner fin a la anarquía con que opera el crimen organizado.

¿Y qué tan organizado está el crimen como para que nadie lo frene? ¿Acaso tienen los delincuentes una mejor estrategia? Porque toman ciudades enteras, las cierran, las abren a su antojo, bloquean carreteras, incendian vehículos y negocios, secuestran, asesinan, extorsionan…

¿Una mejor estrategia del narco que de las autoridades federales? Pues como se ven las cosas, así parece. ¿No se supone que existe una unidad de inteligencia policial capaz de interceptar comunicaciones, operaciones y movimientos delincuenciales? ¿O es puro cuento?

Vamos: o se quiere combatir al crimen o se le tolera, porque de otra forma no se entiende cómo las carreteras están a merced de los hampones que instalan retenes como si fueran campamentos de verano. Pero, oh sorpresa, también las autoridades federales tienen retenes, y la pregunta es … ¿para qué?

En las primeras 24 horas de diciembre, al menos 39 personas murieron violentamente en diversas regiones de México; un ataque armado, el sábado antepasado, en Apaseo El Grande, en el estado de Guanajuato, dejó al menos ocho muertos y dos heridos, informó la Fiscalía estatal en un comunicado.

La misma Fiscalía informó que al menos otras siete personas murieron de forma violenta en otros hechos registrados en Celaya, Tarandacuao, León y Santiago Maravatío.

En Jiutepec, del estado de Morelos, otro ataque armado dejó siete personas muertas y dos más heridas de gravedad, informó el domingo la Secretaría de Seguridad Pública estatal en un comunicado.

Pero, además, a esos hechos se suman 13 homicidios en el estado de Sinaloa reportados al inicio de diciembre por la Fiscalía Estatal. Hubo al menos 11 muertos en varios hechos ocurridos en los municipios de Navolato, Cosalá y Culiacán.

En Quintana Roo, concretamente en Benito Juárez, se registró el homicidio de al menos cuatro personas, informó la Fiscalía estatal. Agrega que, de acuerdo con las primeras líneas de investigación, el suceso estaría relacionado con delitos contra la salud en su modalidad de narcomenudeo.

La violencia en Sinaloa parece no tener fin. Desde la detención de Ismael “El Mayo” Zambada, en Texas, los enfrentamientos, homicidios y hechos violentos se centraron en esa entidad, particularmente en Culiacán, donde los grupos criminales disputan una plaza que ni siquiera puede estar en el radar de la estrategia de seguridad, ni del Gobierno del Estado sinaloense, menos del Gobierno federal.

Hay intentos para buscar controlar el “ruido” mediático, pero el enfrentamiento federal con los líderes de los principales medios de comunicación ha sido tal, que no hay forma de control, no, al menos, para querer tapar el sol con un dedo. De que la violencia está, no hay duda.

La estrategia de enfrentarse a los medios de comunicación pudo tener el impacto deseado en la pasada administración presidencial, pero dejó como herencia caídos y lastimados; así que si se pretende ocultar la realidad, el precio es muy alto -y no se trata de dinero- y no lo va a querer pagar el Gobierno federal.

Sinaloa es rehén del narcotráfico, pero también una gran cantidad del territorio mexicano que sufre y está lastimado; los ataques en bares, restaurantes, centros comerciales, afuera de las escuelas, en las puertas de las iglesias o en las calles de cualquier colonia, sea zona de alta plusvalía o en barrios de la periferia, son el pan de cada día y eso no puede esconderse como basura debajo de la alfombra.

Para colmo, en vez de un combate estratégico hacia las mafias del crimen organizado, las autoridades federales toleran que algunos de sus integrantes instalen retenes en las carreteras, con vehículos particulares, con el único fin de extorsionar a paisanos que vienen de visita, o a quienes deben circular por las carreteras, sin que nadie haga algo.

¿Cuál es la estrategia para darle fin a la violencia generada por el crimen organizado? Como dice el ya viejo video de la carnita asada: ¿se va a hacer o no se va a hacer? Por lo que vemos, no. Al tiempo.

Por su interés, reproducimos este artículo de José Luis García publicado en El Diario de Chihuahua.

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