Hoy: 24 de noviembre de 2024
Hace 50 años, en 1974, dos campesinos chinos, al cavar un pozo en la provincia de Shaanxi, se toparon con fragmentos de figuras de arcilla. No imaginaban que este hallazgo fortuito daría paso a uno de los descubrimientos arqueológicos más trascendentales de la historia: el ejército de terracota, que resguarda la tumba del primer emperador de China, Qin Shi Huang.
Este ejército está compuesto por más de 8,000 guerreros de tamaño natural, junto con caballos y carros, todos hechos de terracota y dispuestos en formaciones que simulaban un ejército real. A pesar de ser uno de los tesoros más impresionantes de la arqueología, el propósito exacto de esta inmensa construcción sigue siendo un misterio. Se especula que las figuras fueron creadas para proteger al emperador en su vida después de la muerte, una creencia común en la antigua China. Sin embargo, las razones detrás de la magnitud de la obra y la forma en que fue destruida, siguen siendo objeto de debate entre los expertos.
El descubrimiento fue inicialmente casual, cuando los campesinos, al excavar, encontraron fragmentos de figuras humanas. A medida que arqueólogos se hicieron cargo de la excavación, el área fue expandiéndose hasta cubrir una extensión de 14,000 m², conocida como la Fosa 1, donde se hallaron aproximadamente 6,000 figuras de los 8.000 que se conocen hasta hoy. Este hallazgo fue rápidamente reconocido como uno de los mayores descubrimientos arqueológicos del siglo XX, comparable con las tumbas de Tutankamón o las pirámides de Egipto.
Qin Shi Huang, el emperador que mandó construir este ejército, es una figura clave en la historia de China. Unificó los siete estados rivales que existían en la región y fundó la dinastía Qin, que sentó las bases de la China moderna. En 221 a.C., al ascender al trono como el primer emperador de China, implementó una serie de reformas que incluyeron la unificación del sistema de escritura, moneda, medidas y la construcción de la Gran Muralla China. Sin embargo, su reinado fue también conocido por su mano dura: mandó quemar libros y ejecutó a cientos de académicos que se oponían a su régimen.
El mausoleo que alberga el ejército de terracota está en las afueras de Xi’an, en una vasta área de 56 km². Aunque la tumba de Qin Shi Huang fue conocida desde hace siglos, su magnitud solo se descubrió después del hallazgo de los guerreros. El mausoleo incluye, además de los guerreros, un complejo que alberga vehículos rituales, caballos sacrificados, y hasta un zoológico imperial. Sin embargo, el sarcófago del emperador no ha sido desenterrado debido a los riesgos de dañar su contenido.
Los guerreros de terracota, a pesar de ser un símbolo del poder de Qin Shi Huang, ocupan solo una pequeña parte del mausoleo. Las figuras fueron halladas en un estado de destrucción parcial, lo que sugiere que fueron destruidas de manera intencional por la dinastía Han, que sucedió a los Qin. Solo alrededor de 1,200 figuras han sido restauradas hasta la fecha, y las labores continúan. Se ha identificado que las estatuas, aunque similares, no son idénticas, ya que se usaron moldes para las cabezas, pero cada una fue personalizada con detalles faciales y otros elementos.
En cuanto al realismo de las estatuas, este ha desconcertado a los arqueólogos, quienes, en un estudio realizado en 2014, observaron que no había dos orejas iguales entre las figuras. Este nivel de detalle ha alimentado teorías que sugieren influencias artísticas externas, incluso europeas, aunque estas ideas han sido criticadas como eurocéntricas, al ignorar las capacidades propias de la antigua China. Más recientemente, se ha demostrado que los detalles en las figuras, como el calzado de los soldados, eran tan precisos que el calzado recreado con tecnología moderna resultó más flexible y antideslizante que muchos zapatos actuales.
Además de las estatuas, se han hallado más de 40.000 armas reales de bronce que acompañaban a los guerreros, como espadas, lanzas y flechas. Aunque la mayoría de estas han sido saqueadas a lo largo de los siglos, el armamento encontrado ofrece una visión de la tecnología bélica de la época, según Clarín.
El mausoleo de Qin Shi Huang es una obra colosal, que giraba en torno a su tumba, una pirámide artificial que originalmente medía 115 metros de altura. Hoy, la erosión ha reducido su tamaño a unos 70 metros. Los arqueólogos, al no haber podido abrir la tumba por los riesgos que conlleva, han recurrido a tecnologías no invasivas, como el georradar, para estudiar la estructura. Este método ha permitido ubicar con exactitud la cámara mortuoria del emperador, que se encuentra a 80 metros de largo, 50 metros de ancho y 15 metros de altura.
Dentro del complejo, los arqueólogos han hallado una fosa con 87 armaduras de piedra, cuya función sigue siendo desconocida. Aunque se sabe que no eran funcionales, ya que estaban hechas de piedra en lugar de metal, el misterio persiste sobre su propósito y por qué fueron fabricadas de esta manera.
A lo largo de los 50 años transcurridos desde el descubrimiento de los guerreros, la excavación del mausoleo ha revelado una gran cantidad de información sobre la vida y las creencias del pueblo chino en la antigüedad. Sin embargo, sigue siendo un enigma. La fascinación por estos guerreros inmóviles, que siguen siendo restaurados y estudiados, refleja la magnitud de la obra y los misterios que aún rodean a la figura de Qin Shi Huang.
Este ejército, más que una simple muestra de poder, representa una visión espiritual del mundo en el que la vida después de la muerte era tan real como la existencia misma. Los guerreros de terracota siguen siendo un legado eterno, testimonio de una época remota y de una de las civilizaciones más grandes de la historia.