Hoy: 23 de noviembre de 2024
El Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) ha detectado recientemente casos de infección por el virus del Nilo Occidental (VNO) en Austria, Hungría y Rumanía, lo que suma a estos países a la lista de aquellos que ya habían notificado casos en semanas anteriores, como España, Francia, Italia y Grecia.
El primer caso notificado en países de la Unión Europea/Espacio Económico Europeo en 2024 se produjo en abril en España, concretamente en Sevilla, con un paciente que comenzó a desarrollar síntomas en marzo de 2024. Se notificaron casos adicionales con aparición de síntomas en junio y julio de 2024. En Italia, el primer caso de VNO se notificó en junio en la ciudad de Módena. Más tarde, el cinco de julio, Grecia notificó su primer caso de VNO de 2024.
En lo que respecta a España, este mismo lunes, la Consejería de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía, a través de la Dirección General de Salud Pública y Ordenación Farmacéutica, confirmó nueve nuevos casos de VNO en dos personas de Los Palacios y Villafranca, otras tres de Dos Hermanas, otro par de Coria del Río y otro en La Puebla del Río; si bien seis de ellos ya se encuentran de alta.
Sin embargo, los casos ascienden a un número más elevado con toda seguridad, ya que, en la mayoría de las ocasiones, esta enfermedad cursa sin síntomas (80% de los casos) o como un cuadro gripal por el que los pacientes no acuden al médico.
De hecho, de los 20 casos detectados en 2023, cinco se diagnosticaron porque eran personas donantes de sangre que desconocen estar infectadas, según informaron fuentes del Ministerio de Sanidad en el pasado mes de junio, en el marco de la presentación de la tercera parte de su Plan de vigilancia, prevención y control de las enfermedades transmitidas por vectores.
En humanos, el período de incubación va de dos a 14 días, aunque en inmunodeprimidos puede ser de hasta 21 días. En caso de producirse manifestaciones clínicas, estas pueden ser variadas, desde fiebre y mialgias hasta manifestaciones neurológicas graves. Estas últimas se producen en menos del 1% de los infectados y pueden cursar con meningitis, encefalitis y/o parálisis flácida aguda.
La encefalitis es más frecuente que la meningitis. La parálisis flácida aguda es una presentación relativamente frecuente en personas jóvenes sanas. Puede haber afectación digestiva, y se han descrito, aunque con poca frecuencia, miocarditis, pancreatitis y hepatitis fulminante.
Según Sanidad, alrededor de un 10% de las formas neurológicas pueden ser mortales, con mayor riesgo a mayor edad, en hombres, receptores de órgano sólido, si existe consumo excesivo de alcohol y quienes padecen diabetes, enfermedad renal crónica, enfermedad cardiovascular, hipertensión, cáncer o inmunosupresión. El riesgo de secuelas existe en el 30-60% de los casos con manifestaciones neurológicas.
Sin embargo, reiteran que la enfermedad podría cursar con una meningoencefalitis “en una minoría muy pequeña”. “Por cada caso conocido de virus del Nilo Occidental, hay 100 que no se conocen”, detallaron estas mismas fuentes en el mes de junio.
España presenta en la actualidad una situación endémica de la enfermedad debido a que reúne unas condiciones favorables para el mantenimiento y la circulación del virus, como son la gran variedad de posibles reservorios, la proximidad a zonas endémicas como África, las características ecológicas y climáticas, las rutas migratorias de aves procedentes de áreas afectadas y la presencia de vectores competentes ampliamente difundidos por la geografía española.
Todo ello hace que, en la época de riesgo, época de actividad del vector, se pueden dar brotes tanto en animales como en personas en diversas zonas de la península que cuentan con las condiciones idóneas grandes poblaciones de mosquitos, pequeñas áreas urbanas en entornos agrícolas o naturales y explotaciones de équidos, entre otros.
El riesgo se considera mayor en las áreas geográficas en las que se ha detectado la presencia del virus, ya sea mediante estudios de investigación independientes o mediante los sistemas de vigilancia animal, humana o entomológica.
Así las cosas, en el año 2020 se detectó un aumento marcado de la incidencia de la enfermedad en España, con 77 casos humanos (56 en Sevilla, 15 en Cádiz y seis en Badajoz). De ellos, el 97% cursaron con meningoencefalitis y ocho de ellos fallecieron, según se recoge en la segunda parte del informe Plan de vigilancia, prevención y control de las enfermedades transmitidas por vectores, al que ha tenido acceso Europa Press. En el año 2021 se confirmaron seis casos humanos con meningoencefalitis, todos ellos repartidos en municipios de la provincia de Sevilla.
Asimismo, en 2022 se notificaron cuatro casos humanos autóctonos, de los que tres casos fueron identificados en dos regiones donde previamente no se habían identificado casos humanos: Tarragona y Córdoba.
En resumen, en España existen zonas de circulación conocida del virus del Nilo Occidental desde hace décadas, como son en Andalucía las marismas del Guadalquivir, en Sevilla, y la comarca de La Janda, en Cádiz, en Extremadura en determinadas áreas lacustres, y en Cataluña en el Delta del Ebro, aunque no se puede descartar la aparición de nuevas detecciones en el resto de la geografía española. Sin embargo, Sanidad considera este riesgo como “inexistente”.
En las regiones templadas y subtropicales, la mayoría de las infecciones presentan una marcada estacionalidad, desde verano hasta principios de otoño. Los sitios donde se producen los brotes se encuentran a lo largo de las principales rutas de las aves migratorias.
En las zonas endémicas, el virus se mantiene en un ciclo zoonótico entre aves y mosquitos. Las aves actúan como reservorios del VNO, amplificándolo sin padecer la mayoría de las especies la enfermedad clínica, por lo que contribuyen a su mantenimiento y difusión de forma silente.
Las aves migratorias pueden transportar al virus a largas distancias. Los mosquitos hembra infectados pueden transmitir el VNO a través de la picadura tanto a humanos como a équidos, que son las especies de mamíferos más susceptibles a la enfermedad. Se comportan como hospedadores accidentales, puesto que la viremia es corta y de bajo nivel, insuficiente para que el virus se transmita de nuevo a los mosquitos. Es decir, un mosquito que pique a una persona infectada no trasladará la enfermedad.
La transmisión de persona a persona se considera muy poco frecuente y solo puede ocurrir por transfusión de sangre y sus componentes o trasplante de órganos, por vía transplacentaria o por exposición accidental.