Hoy: 25 de noviembre de 2024
Como vimos en el episodio anterior, la misión fundamental de la instauración de la “neolengua” es imposibilitar otras formas de pensamiento que sean divergentes con lo que proclama el Gran Hermano y sus adláteres.
No obstante, siempre hay personajes subversivos que pensamos por nuestra cuenta y eso nos lleva a realizar acciones totalmente contrarias a lo que hace el rebaño. “Doblepensar” lo llama George Orwell en su novela “1984”.
“Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar, y no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria en cuanto se necesitara y luego olvidarlo de nuevo; y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo.
Ésta era la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había realizado un acto de autosugestión.”
¿Les suena de algo? ¡Pues eso! Así es como se maneja a la masa, a la plebe, al pueblo llano. Como digo, siempre quedamos unos pocos, alrededor de un 5% de la población, no más, que pensamos por nosotros mismos, que dudamos de las máximas del Gran Hermano, que examinamos los mensajes y los eslóganes que nos taladran el cerebro durante el adoctrinamiento al que nos someten a diario, y ese es el peor crimen que se puede cometer, tanto en el país que describe Orwell en “1984” como en España en el año 2024: “El Crimental” (crimen mental): el crimen esencial que contiene en si todos los demás.
En la novela “1984”, cometer un “crimental” y ser descubierto por la “policía del pensamiento” (de la que hablaré en el episodio Nº 9) implicaba la “vaporización” del traidor a la patria y al partido, esto es, la muerte misma más el borrado de todo rastro de la existencia de semejante criminal.
Hoy en día no te matan físicamente, ni te borran de los registros, algo prácticamente imposible, salvo que te llames Begoña Gómez, sino que te matan socialmente.
Inmediatamente que se confirma la comisión de un “crimental”, algo que la “policía del pensamiento” descubre porque han detectado tu “caracrimen”, se te mete en el saco de los enemigos de la democracia, se te tacha de fascista, de conservador, de ultraderechista, de enemigo de la democracia y se te fija una “línea roja” o como dicen ahora, un “cordón sanitario”, como si fueras un leproso para aislarte del resto de la sociedad, de la masa, del rebaño, de los borregos, no vaya a ser que arrastres contigo a algún otro espécimen que piense por su cuenta.
Principio de vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada, y su compresión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.”