Hoy: 25 de noviembre de 2024
PEDRO SOLANS Y JOSÉ JUAN
Es verdad, el presidente argentino Javier Milei, que es economista y docente, es un hombre excesivo en el fondo y en las formas. Extrovertido, deslenguado, excéntrico, avasallador y con frecuencia faltón e irreverente, pero Milei es el presidente que han elegido 14.476.452 argentinos, un 56% de la población en segunda vuelta. Y, casualmente, Argentina es un pueblo hermano de España, más que hermano, ligado por historia, tradición, cultura, lengua….
También es verdad que el presidente español Pedro Sánchez, que también es economista, suele decir y hacer cosas que después no cumple, es aficionado a ver pajas en ojo ajeno y a no ver la viga en el suyo, arrogante, egocéntrico, seductor y mentiroso (una cualidad que él llama ‘cambiar de opinión o criterio) y que, proporcionalmente, alcanzó el 34% de los votos en las últimas elecciones generales. Y, casualmente, España es un pueblo más que hermano de Argentina, vinculado por historia, cultura, lengua… Sin olvidar que es en la actualidad el principal país inversor extranjero europeo con más de 18.000 millones de euros.
Los dos mandatarios —por cierto, ni Milei es Argentina ni Pedro Sánchez España— abonan en la actualidad una escalada de crisis diplomática entre los dos países de las que hay pocos precedentes, que nos tiene ojipláticos a los ciudadanos a un lado y otro del Atlántico. Se trata de un auténtico despropósito y un ejemplo de lo que no deben hacer dos dirigentes de países llamados a entenderse y, sí, también a quererse porque están por encima de sus mandatarios, por mucho que uno y otro quieran medírsela para ver quién la tiene más larga.
En España las desafortunadas declaraciones de Javier Milei al hablar de la “esposa corrupta” del presidente Sánchez han levantado ampollas, se están moviendo embajadores a consultas de aquí y de allá, y se exige una disculpa clara y rotunda de Milei o se tomarán medidas a la “altura de la dignidad de España”, dicen en fuentes del Gobierno socialista. Los comentarios del presidente argentino están fuera de lugar, por supuesto, y merecen una disculpa en el plano personal, que es en el que hay que situarlos porque, que se sepa, la esposa de Sánchez, Begoña Gómez, no forma parte del Gobierno y por tanto no se trata de una cuestión de Estado ni debería ser un asunto de calado diplomático, como quiere plantearlo el Ejecutivo socialista.
En la justificada indignación socialista habría que hacer también un ejercicio de memoria y no olvidar cómo y quién empezó todo, porque al final las acciones y reacciones no se justifican, pero pueden ayudar a entender el origen de los malos rollos. ¿Y qué ha pasado? Pues que fue primero el presidente Sánchez el que deseó la derrota de Milei en las elecciones, y cuando venció no lo llamó para felicitarlo, que es lo propio de alguien que pregona que “los afectos son libres pero el respeto irrenunciable”.
¿Se puede entender que al no hacerlo Pedro Sánchez ha faltado al respeto de los casi 14,5 millones de argentinos que han elegido libremente a su presidente? Se puede entender. Lo mismo que han podido faltarle al respeto a millones de argentinos cuando la vicepresidenta habla del triunfo del “discurso del odio”, o una ministra identifica a Milei con el “negacionismo”.
Y todavía mucho peor cuando un deslenguado ministro, Óscar Puente, acusa al presidente argentino de drogarse y todavía nadie se ha disculpado por eso. Ni por eso ni por todo lo demás. Así que cabe pensar en la legitimidad de este Gobierno para exigir ahora disculpas por algo que las merece, claro que sí, pero no menos que el que un ministro del Gobierno español hable de un presidente argentino drogadicto.
Todo un despropósito visto desde España. Desde Argentina hay colores en la paleta que dibuja esta obra de arte del esperpento político, esa concepción literaria del gran Ramón María del Valle-Inclán que describe situaciones grotestas o estrafalarias.
Una conducta que nos avergüenza
En apenas cinco meses de gestión, el presidente Javier Milei generó más tensiones diplomáticas con países hermanos que la propia dictadura militar que encabezó el asesino Jorge Rafael Videla en los horribles años 70.
Este fin de semana, el turno fue España, —no hace falta señalar ni recordar los estrechos lazos que unen a los argentinos y a los españoles—, pero en Madrid, Milei cruzó el umbral del despropósito o de la mala educación, y entró de lleno a la falta de respeto a un país, mediante el agravio gratuito y fuera de lugar al gobierno democrático español. Es decir, le faltó a la sociedad española.
Una encuesta avalada por la Universidad Di Tella de Buenos Aires y que circuló en las primeras horas de este lunes, dio como resultado que el 70% de los argentinos no está de acuerdo y repudia las agresiones de Milei a la investidura del mandatario español y a su esposa.
No hace falta agredir para diferenciarse ideológicamente de otros que no piensan igual, ni tampoco es necesario agraviar los lazos históricos, sociales y culturales de dos pueblos hermanos.
Ningún despropósito diplomático como fue la falta de saludo de Pedro Sánchez durante la asunción de Milei, aunque asistió el rey Felipe VI, justifica la conducta que tuvo Milei en un acto de Vox este fin de semana en la capital madrileña. Tampoco justifica ensuciar la prestigiosa investidura presidencial argentina por dichos de algún ministro español semanas atrás.
Milei ha demostrado con Nicaragua, Cuba, Venezuela, México, Colombia, Brasil y España, que no está a la altura de las circunstancias como mandatario de una Nación que siempre fue respetuosa con países hermanos, que siempre se mantuvo al margen de los conflictos internos de otras naciones. También Milei demostró su ineptitud para las relaciones diplomáticas que son sustanciales para la convivencia mundial, sobre todo, en estos tiempos.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, ratificó este lunes que Milei no se disculpará con su par español, y sostuvo que “no hay razones” para la ruptura de las relaciones diplomáticas entre ambos países.
De esta forma, el gobierno argentino replicó de manera formal al presidente español, quien exigió una “rectificación” del propio Milei a sus declaraciones en el marco de la última convención del partido Vox, con respecto a la primera dama española Begoña Gómez.
interesantísima reflexión. Los indisolubles lazos de hermandad entre Argentina y España no los van a romper unos políticos por más elegidos que sean democraticamente.
Totalmente de acuerdo, pero: es que el gobierno español, y sobre todo su presidente, no se merece otra cosa que esto que le ha pasado, porque ellos utilizan artimañas mucho peores. Mentir y verter falsedades sobre el adversario político es su modus operandi. Siguiendo el refrán “quien a hierro mata a hierro muere”, desde España como español me posiciono al lado de Milei, por muy deslenguado que sea. Ya era hora que alguien le parara los pies, aunque sea de esta manera (que por otra parte creo q es la única manera a estos dictadorzuelos)