Hoy: 24 de noviembre de 2024
JOSÉ ELADIO CAMACHO
Lo que caracteriza a los calabozos de los Juzgados de Plaza de Castilla no es el ancho pasillo sobre el que se distribuyen las distintas celdas, las oficinas de servicios o dependencias para la prestación de los servicios de guardia.
Existe una improta, marca o huella, identificativa que sobrepasa todo el ámbito, y es lo primero que acude, antes que nada, a la memoria cuando por necesidad debemos adentrarnos en sus entrañas. Es ese olor característico y persistente que impregna todos los poros y que queda fijado a las ropas como un mal pensamiento que no puede ser desechado, y que superado nunca se olvida.
Hace unos días un detenido sobre el que se había acordado la prisión provisional aprovechó su conocimiento del medio, ya que era uno de los habituales, para obtener su libertad mezclado con el resto de los arrestados sobre los que si se había acordado la libertad con cargos.
Para algunos la persistencia crea conocimiento, y este debió pensar que de nada vale lo aprendido si no tiene su aplicación práctica. Seguro que también sabe que muy pronto se verá obligado a retornar a su inicio dándose cumplimiento al mandato judicial, y que su fuga será tan momentánea como un adiós entre personas que se aprecian.
Prefiero pensar que su fuga no fue enteramente intencionada. Que lo fue porque alguien desde el fondo de las tinieblas alumbrándolo con un candil señalaba cual era el camino que debía seguir, y pienso que tal vez también a nosotros nos acompañe la suerte y alzando una luz desde la oscuridad de nuestras celdas aparte de nuestros ojos la espesa niebla que nos impide seguir andando.
Su fuga no es más que una calle del laberinto en. ell que vive.
Quizás solo quiso volver donde las cosas aún tienen sentido aunque fuera por un breve instante, y no tener que estar todo el tiempo muerto de miedo.