Cuando triunfa el desprecio

23 de febrero de 2024
2 minutos de lectura
Mujer sentada frente al mar. | Fuente: Freepik.

Todos somos culpables.

Es absurdo decir que estamos acostumbrados a que nos den coces. La verdad es que a ese trato nadie se acostumbra.

Cada día se superan en el ejercicio de retorcer leyes buenas para todos y convertirlas en despropósitos para crear sus imperios.

Estas maneras despreciables nos hacen sentirnos abandonados por quienes nos tendrían que dar seguridad y dirigirnos con decencia a todos los ciudadanos, esos que les pagamos con nuestros impuestos.

Lo más denigrante y sangrante es que estamos entregados al ‘¡Sálvate como puedas!’ porque esa seguridad es solo para ellos, los que mandan.

Solo nos queda poner seguridad en nuestras viviendas, salir sin bolso o maletas, mirar hacia atrás cuando vamos por la calle y pagar, pagar y pagar, para sentirnos un poco seguros.

Da igual que suban sueldos y pensiones, solo nos vale para comer con más o menos sustancia. No tenemos a nadie que nos represente sin ser partidista y que solo busque su propio beneficio.

Queremos un presidente honesto y que gobierne con verdad, que ame a su país y que busque su crecimiento para brillar entre los mejores.

Aquí es casi ley bajar peldaños, denostar nuestras costumbres y tener una ciudadanía pasota e insensible, gente vacía y sin criterio ni opinión. Y sumamos muertos, y nadie se rasga las vestiduras y solo lloran por ellos sus familias.

Esta es la España de hoy y nadie hace nada. Somos un país de mediocres. Los que pertenecen a la seguridad se sienten apaleados por estos impresentables que se expresan con ridículas y frías palabras, diciendo en muchos casos, demasiados, por desgracia.

¡¡Murió!! Cuando en realidad fue asesinado por falta de medios, esos que tendrían que proporcionarles un gobierno para todos, no el que tenemos, que solo se presta a dar dinero para comprar voluntades para que alguien que solo se ama a sí mismo se atrinchere como un Zar en su trono y se rodee de esa corte elegida donde abundan más los malos gestores, que los buenos.

Algunos por desgracia para todos nosotros, lampantes agradecidos sin vocabulario, pues solo escuchar sus expresiones sin la mínima preparación cultural para el puesto que ocupan, te echa para atrás.

Son unos falsos y faltos de decencia y humanidad, esa tan necesaria para ser hombres y mujeres con dignidad. ¡Despertad de una vez! Están matando nuestra propia identidad.

Son incapaces de pedir perdón y sentir las muertes de gente buena que cumplen con su deber. Aún recuerdo ir por el paseo de La Concha en San Sebastian, hace años, les llamaron los años de plomo…

Cuando sentías que tenias alguien detrás, acelerabas el paso, eso era la inseguridad de entonces. Ahora, ha vuelto, pero esta vez con libreto internacional y nombrando dirigentes en países donde sus habitantes poseen una mente tan floja y vacía que se dejan comprar con mentiras.

La verdad es que… ¡¡TODOS SOMOS CULPABLES!!

4 Comments

  1. Que bien refleja la frustración y el desencanto de muchas personas con la situación política y social. La sensación de abandono por parte de quienes deberían velar por la seguridad y el bienestar de la ciudadanía es evidente en cada palabra. Es comprensible sentirse así ante situaciones de corrupción, falta de empatía y desigualdad.
    Es importante que cada uno reflexione sobre su papel en la sociedad y cómo puede contribuir a un cambio positivo. Todos somos responsables de construir una sociedad más justa y solidaria.

  2. pues yo no me siento responsable, solo me siento muy triste e indignada porque unos desalmados, irresponsables y sin pudor ni vergüenza se han unido para destruir el país y de camino enriquecerse y vivir, ya para el resto de sus vidas, a cuerpo de rey.
    Que puedo hacer,?

  3. Comparto tus palabras mi querido Camelot pero aquí todo es para nada mientras compren las vergüenzas a golpe de pagas y ayuditas varias y son muchos los que participan de ese festín de aquí o de los que vienen que cada vez son más que los de aquí Pues nada a ver cuanta leche le queda a la vaca y a ver entonces si no es tarde

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