Hoy: 23 de noviembre de 2024
Hay tres arterias principales que van al corazón, y que después se ramifican. Suministran sangre al corazón. Si existe una lesión en alguna de ellas lo más habitual es que se produzca una angina de pecho o bien un infarto; dos patologías coronarias que han aumentado en los últimos años.
“La angina de pecho y los infartos están otra vez aumentando. Son muy frecuentes en nuestra sociedad, y esto es fruto de esa obstrucción coronaria que los provoca, que en el 95-99% de los casos es problema de aterosclerosis coronaria, una acumulación de placas de grasa o de colesterol en las arterias que las obstruye e impide ese riego sanguíneo”, resalta en una entrevista con Infosalus el doctor Manuel Anguita, expresidente de la Sociedad Española de Cardiología, y especialista del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba.
Esta enfermedad se da, según prosigue, por la existencia de una serie de factores de riesgo (tabaco, tensión alta, obesidad, diabetes, sedentarismo, edad, hipertensión, colesterol, entre otros); y produce placas de colesterol y de grasa que se acumulan en las arterias. Dice que, poco a poco, estas placas van creciendo y obstruyendo la arteria, dificultando así el paso correcto de la sangre hacia el corazón.
“Cuando el crecimiento de la placa de grasa y de colesterol es progresivo llega un momento en el que se da la angina. En el caso del infarto, una de estas placas del interior de la arteria se rompe bruscamente, y sobre esa rotura de la pared de la arteria se forma un coagulo de sangre, un trombo que tapona bruscamente la arteria”, explica.
Así, detalla este experto, la angina de pecho es un síntoma realmente producido por la falta de riego de una parte del músculo cardíaco: “Quienes lo padecen sienten un dolor o una opresión en el tórax; debido a esa disminución del riego sanguíneo al músculo cardíaco por una obstrucción no completa de las arterias coronarias”.
Ese matiz de la obstrucción completa o incompleta, tal y como precisa el doctor Anguita, será lo que diferenciará el infarto de una angina de pecho, siendo la obstrucción completa en el caso del infarto. Aclara, a su vez, que en el lenguaje más técnico y actual se las denomina como ‘enfermedad de síndrome coronario crónico’, o bien ‘síndrome coronario agudo’.
En el primero, en el síndrome coronario crónico, se incluiría la angina de pecho, aquel dolor que tienen las personas al hacer esfuerzo, por ejemplo, y que es debido a esa obstrucción no completa de la arteria coronaria. “El corazón necesita sangre y oxígeno para funcionar. Como hay una obstrucción, y ante ese mayor requerimiento de sangre, el corazón se queja o se produce esa angina de pecho”.
Sobre el síndrome coronario agudo, puntualiza que, normalmente, hay de dos tipos: con elevación del ST (un segmento del electrocardiograma), y sin elevación del ST. “Casi siempre son infartos porque se produce un daño en el músculo cardíaco, a diferencia de la angina de pecho, donde no hay daño. El miocardio duele en la angina de pecho, se queja, pero en este caso no hay elevación de las enzimas miocárdicas, como sí lo hay en los casos de infarto”, prosigue el doctor Anguita.
Concretamente, detalla que el infarto realmente es un síndrome clínico, un problema que se manifiesta por la muerte de células del músculo cardíaco, y que se diagnostica por esa elevación de las enzimas de daño miocárdico, que en la actualidad se emplean las troponinas, que antes hemos citado. “En el infarto agudo de miocardio también produce un dolor opresivo en el pecho, igual al de la angina, pero al hacer análisis de sangre se aprecia en el caso de las anginas que no se elevan los marcadores de daño miocárdico, mientras que en el infarto sí hay elevación de estos marcadores”, insiste.
Así, la opresión en el pecho se da en ambos casos, tal y como zanja el expresidente de la SEC; se da normalmente en el centro, por detrás del esternón, se puede ir hacia los dos brazos o cuello y hacia la garganta en ambos casos. En la angina de pecho indica que es de menor duración y cede pronto; pero en el infarto es más prolongado, y dura unos 20 o 30 minutos o más.
En este contexto, recuerda el doctor Anguita, el electrocardiograma (ECG) es la prueba que se emplea para verificar estas alteraciones coronarias: “Suelen ser más marcadas y específicas en el infarto de miocardio, sobre todo con elevación del ST. Pero también en la angina de pecho, cuando hay dolor, las alteraciones en el ECG son transitoria, y desaparecen cuando el dolor se va. En un infarto la alteración del ECG se mantiene”.
Una vez diagnosticada la angina, y si no se ha producido infarto, el paciente tratado, si cambia sus hábitos de vida y con la revascularización es probable que pueda hacer una vida normal y totalmente asintomática; desaparece el riesgo, tal y como apunta el cardiólogo.
Ahora bien, en el caso del infarto todo depende del daño producido en el músculo del corazón, de la parte que haya muerto y que deje de funcionar, y se mide por la función ventricular, o la contractilidad del ventrículo izquierdo, que es la bomba del corazón.
“Si se ha cogido a tiempo el infarto, sobre la marcha se hace una angioplastia primaria, un cateterismo. Ahí se ve qué ha producido el infarto y qué arteria está obstruida. Se abre, y en la mayor parte de pacientes quedan sin disfunción ventricular, sin daño, y con una contracción normal. Estos pacientes durante primeras semanas tras el episodio deben mantener una vida más tranquila y necesitará otro tratamiento; pero también podrá tener una vida normal”, sostiene.
No obstante, en el caso de que el infarto haya producido un daño en la función del corazón, entonces sí repercute en la calidad de vida de la persona, que puede tener arritmias ventriculares, muerte súbita, insuficiencia cardíaca, y el pronóstico, en definitiva, dice que cambia mucho. “Por eso la actuación debe ser siempre rápida en caso de infarto o de angina de pecho”, remarca el cardiólogo del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba.
En última instancia, el doctor Anguita mantiene que todas las personas con problemas de angina de pecho o de infarto, con obstrucción por aterosclerosis coronaria, tienen un tratamiento común, basado en un cambio de sus hábitos de vida (ejercicio adecuado a su capacidad y edad, intentar no engordar, no fumar, dieta sana, mediterránea), y después la toma de medicamentos que los hay de tres tipos:
A la gran mayoría de pacientes, prosigue este doctor, se les hace cateterismo y una coronariografía para verificar cuantas arterias que van al corazón hay obstruidas. “En la gran mayoría de casos, si hay u a obstrucción significativa, ésta suele dilatarse con la colocación de un ‘stent’, o bien con cirugía, aunque estos casos son ya menos probables”, agrega.