El Real Madrid salió del Georgios Karaiskakis con un triunfo tan necesario como sufrido. El 3-4 ante el Olympiacos llegó cargado de épica, de desajustes y, sobre todo, con la firma de un Kylian Mbappé que recuperó su aura de superestrella. El delantero francés, ausentes Courtois y Bellingham, asumió el peso emocional y futbolístico del equipo en una noche en la que el Madrid necesitaba un golpe de autoridad. Y vaya si lo dio: cuatro goles, la mayoría culminando desmarques y definiciones que recordaron al Mbappé más letal de su carrera.
El inicio, sin embargo, fue un jarro de agua fría. A los griegos les bastó una triangulación precisa para que Chiquinho fusilara la portería de Lunin ante una defensa demasiado contemplativa. Ese tanto inicial encendió a un Olympiacos que, pese a ceder la posesión, mantuvo su bloque firme y ordenado… hasta que Vinícius decidió romperlo. El brasileño, que volvió a parecer ese futbolista imparable en Europa, sacó una trivela deliciosa para dejar a Mbappé solo frente al meta Tzolakis. El francés no perdonó y abrió la remontada.
A partir de ahí, el Madrid se soltó, encontró espacios y castigó sin piedad a un rival con la defensa adelantada. El 1-2 llegó con un cabezazo de Mbappé a centro de Arda Güler, y el 1-3 apenas unos minutos después, en una acción calcada a las mejores sociedades del equipo: robo, transición rápida y definición quirúrgica del ’10’. En apenas siete minutos, Mbappé había firmado un ‘hat-trick’ y, aunque un cuarto tanto de Vinícius fue anulado, los de Xabi Alonso vivían su tramo más cómodo del partido, según Europa Press.
Pero este Madrid, por ahora, no sabe ganar sin un punto de agonía. Y el Olympiacos, empujado por su público, tampoco estaba dispuesto a rendirse tan pronto. El inicio del segundo tiempo reavivó el partido con un gol de Taremi, completamente libre dentro del área, una imagen que volvió a evidenciar la fragilidad defensiva del conjunto blanco. La respuesta llegaría otra vez desde la sociedad que marcó la noche: Vinícius arrancó desde campo propio, volvió a romper al lateral rival y dejó a Mbappé su cuarto gol en bandeja.
Ni siquiera ese 2-4 dio calma. El Kaabi recortó otra vez distancias y el tramo final fue un ejercicio de resistencia blanca, con el Olympiacos volcado y rozando el empate en varias ocasiones. El pitido final cayó como un alivio para un Real Madrid que se marcha con 12 puntos y plaza asegurada en el top 8, pero también con la certeza de que, hoy por hoy, su salvavidas sigue teniendo nombre y apellido: Kylian Mbappé.