Robbie Williams se abre en canal en un documental de cuatro capítulos y más de tres horas de duración que le dedica Netflix.
Lo desvela la revista XL Semanal en sus periódicos de Vocento en un reportaje en el que relata las confesiones del artista, quien explica cómo sobrevivir a 30 años de éxito y fama en los que no ha faltado de nada, ni drogas ni acoso ni los trastornos mentales.
Según el reportaje que firma Fátima Uribarri, el cantante, que conoció el éxito a los 16 años como componente del grupo Take That, “desvela las dolencias, problemas, inseguridades y adicciones que lo han acompañado en su carrera musical: dispraxia, dismorfia corporal, déficit de atención, adicciones o depresión”.
Imágenes inéditas
El documental recoge imágenes inéditas del cantante, rodadas entre bambalinas durante 30 años. Según la periodista, aparece retirado en Jamaica componiendo y reconociendo que se siente como un adolescente, y aparece también torturado por el estrés porque la tensión de las giras, los conciertos, el acoso de las fans, era insufrible: «Yo era un saco de nervios», dice. Lo eran todos los miembros de Take That. También los demás padecieron las secuelas de aquellos años locos de éxito estratosférico”, señala la revista.
Robbie Williams hace confesiones muy sinceras en el documental y, según Uribarri, se muestra maduro, sereno (lleva 20 años sobrio) y admite errores y culpas. “Se arrepiente, por ejemplo, de haber fardado de sus conquistas amorosas de una manera zafia.
Lo dice él: «En una gira, antes de cantar la canción Back for good, se me ocurrió decir: ‘He tenido la suerte de estar en Take That y en cuatro de las cinco Spice Girls’. Así fue como presenté la canción, era una broma pero se me fue de las manos».
El reportaje no hay que perdérselo y el documental tampoco.