Actualmente, vivimos tiempos difíciles. O como dice el autor, “teresianamente recios”. Momentos complicados no solo en el ámbito económico y social, sino también en el personal. Aunque siempre hay un punto de apoyo, Jesucristo. Su fe en él es el arado que nos mantiene caminantes y que nos permite seguir sembrando al ritmo del amor.