Claudia Sheinbaum ha colocado a Cayetana Álvarez de Toledo bajo el foco de atención de Palacio Nacional. Según lo revelado por el periodista Raymundo Riva Palacio, la presidenta ve en la diputada española una voz crítica que puede desafiar los intereses de la llamada cuarta transformación. Desde la perspectiva del gobierno, Álvarez de Toledo representa un riesgo, no por ataques directos a Sheinbaum, sino por su influencia y cercanía con sectores de oposición que podrían fortalecer narrativas contrarias al oficialismo.
El señalamiento a Álvarez de Toledo se enmarca dentro de una estrategia más amplia que busca neutralizar voces incómodas. Riva Palacio describe que la instrucción presidencial apunta a que la legisladora española no participe en foros ni conferencias en México, a pesar de que tal acción podría confrontar tratados internacionales de libertad de expresión. La justificación, según fuentes citadas por el columnista, es que la presencia de Álvarez de Toledo en el país activa alertas en el gobierno y en operadores ideológicos cercanos al núcleo de Morena, según La Vanguardia MX.
Álvarez de Toledo no es una figura convencional en la política mexicana. Su formación académica y su experiencia internacional le han permitido articular críticas al populismo y a la política del actual régimen. Llamarla “enemiga” para Sheinbaum no es una cuestión de confrontación personal, sino de percepciones sobre su capacidad de influir en la opinión pública. La diputada ha señalado posibles pactos entre el gobierno y actores criminales, y su cercanía a sectores de oposición y a la derecha internacional ha hecho que el oficialismo busque contener su voz.
Riva Palacio subraya que esta estrategia de bloqueo no se limita a la legisladora española. Forma parte de un esfuerzo por controlar la narrativa política rumbo a 2027 y evitar que figuras críticas puedan consolidar apoyos en la población. La construcción de un enemigo externo, en este caso, funciona como un mecanismo para cohesionar a la base del régimen.
En suma, la situación refleja cómo el poder busca gestionar y limitar las voces que considera amenazantes. Álvarez de Toledo se convierte, entonces, en un símbolo de la tensión entre la crítica política y la estrategia de control del oficialismo. La presidenta Sheinbaum actúa para proteger sus objetivos políticos, mientras que la legisladora española mantiene su posición de voz crítica que desafía la narrativa hegemónica del país.