El AC Milan ha dado un golpe de autoridad en la Serie A. La victoria clara ante el Hellas Verona no solo sirvió para sumar tres puntos, sino para enviar un mensaje directo a sus rivales: este equipo va muy en serio en la pelea por el Scudetto. En el centro de todo aparece una figura que marca los tiempos y contagia competitividad: Luka Modric.
El conjunto rossonero atraviesa un momento sólido. Lleva meses sin conocer la derrota en liga y, liberado de competiciones europeas y coperas, ha puesto todo el foco en el campeonato doméstico. Esa concentración se nota. El equipo juega con orden, paciencia y una intensidad constante, incluso cuando el resultado parece decidido. No hay espacio para la relajación.
Tras una temporada anterior para olvidar, el Milan ha reconstruido su identidad. El objetivo es claro: volver a levantar un título. Y para eso, la regularidad es clave. El equipo ha sabido reponerse a golpes recientes, como la eliminación en otros torneos, respondiendo con fútbol y resultados en la liga, según La Prensa.
Ante el Verona, San Siro vivió una noche tranquila, pero no exenta de exigencia. El Milan aceleró cuando debía hacerlo y resolvió el partido en un tramo corto de tiempo, demostrando eficacia y carácter. La presión alta, el control del balón y la contundencia en las áreas reflejan un equipo maduro.
En ataque, nombres como Christian Pulisic y Christopher Nkunku están respondiendo. Aprovechan las ocasiones y entienden bien lo que necesita el equipo. Pero detrás de ese rendimiento hay un engranaje que funciona porque alguien ordena, pausa y decide cuándo acelerar. Ahí es donde Modric marca la diferencia.
La presencia de Luka Modric va mucho más allá de una asistencia o un disparo desde la frontal. Su influencia se nota en cada fase del juego. Pide el balón, ordena a sus compañeros y transmite calma incluso en los momentos de mayor tensión. Es ese tipo de futbolista que mejora al equipo sin necesidad de protagonismo constante.
En el último encuentro, participó de forma directa en acciones clave y volvió a demostrar su capacidad para aparecer cuando el partido lo exige. Su experiencia en grandes escenarios aporta un valor incalculable a un Milan joven pero ambicioso.
Además, el hecho de liderar la tabla, aunque sea de forma provisional y con partidos pendientes de rivales como el Inter de Milan, añade una presión extra al resto. El Milan se siente cómodo en esa posición. Sabe que depende de sí mismo y juega con esa convicción.
Con Modric como referencia y un grupo comprometido, el Milan no solo compite. Cree. Y en una liga tan exigente como la Serie A, esa mentalidad puede marcar la diferencia en la carrera final por el Scudetto.