ALFONSO PAZOS FERNÁNDEZ
Ministerio de la Verdad
“Desgracia es que la mayor prueba de una verdad sea el número de sus creyentes, siendo así que, en una multitud, los tontos sobrepasan con mucho a los sabios.”
“Ensayos completos”—Michel de Montaigne.
En la sociedad ideada por George Orwell en la novela “1984”, el gobierno autoritario tan solo contaba con cuatro ministerios: El Ministerio de la Paz, “Minipax”, que se encargaba de los asuntos de la guerra; El Ministerio del Amor, “Minimor”, encargado de mantener la ley y el orden; el Ministerio de la Abundancia, “Minindancia”, al que correspondían los asuntos económicos, y el Ministerio de la Verdad, “Miniver”, que se encargaba de las noticias, de los espectáculos, la educación y las bellas artes.
Los nombres de los ministerios se habían diseñado cuidadosamente en “neolengua”, de la que hablaremos en otro capítulo. Todos están diseñados para ejercer sobre el ciudadano la impresión de que todo va bien y el Gobierno cuida de sus ciudadanos. Ministerio de la Guerra no queda bien, aunque estemos en guerra. Llamar Ministerio del Amor a lo que todos conocemos por Ministerio del Interior queda más descafeinado para con las verdaderas actividades que se llevan a cabo dentro de ese apartado de la administración. Y Ministerio de la Abundancia, ya nos dice que la economía va bien, aunque estemos pasando hambre y calamidades varias.
El Ministerio de la Verdad, “Miniver”, en neolengua, nos hace entender lo mismo. Es verdad todo lo que el Ministerio dice y es mentira todo lo que viene de fuera. Lo que dice el Gobierno es la verdad absoluta, tal y como en España se consideran las “Hechos Probados” en una sentencia judicial, lo que dice la oposición es mentira.
El Ministerio de la Verdad controla las noticias, los espectáculos, la educación y las bellas artes, lógicamente con una férrea censura para que no haya ninguna noticia “falsa”, esto es que vaya en contra de los parámetros marcados por nuestro amado líder, controla también los espectáculos, no vaya a ser que alguno sea subversivo o anti nuestro amado líder, por supuesto controla la educación de nuestros jóvenes, aplicando el adoctrinamiento oportuno para inducir la “verdad” en sus jóvenes corazones, y las bellas artes, por donde la disidencia se puede colar en forma de esculturas o cuadros subversivos.
En un país democrático y de derecho como se supone que es el nuestro, este panorama sería totalmente increíble, vamos, que sería impensable. Excepto para los paladines del mal llamado “progresismo”, que tan solo es un lobo con una piel de cordero por encima. El “Líder Supremo” del progresismo, el “macho Alfa de la manada podemita, dijo en los medios de comunicación en el año 2014 que: “Los medios de comunicación deben tener control público”. Cita recogida en “El País” de fecha 03/07/14 y “El Diario.es” del 5/07/14.
En el año 2021, vuelve a la carga con lo mismo: “El Mundo” de 17/02/2021: “Pablo Iglesias reclama “medios de control” sobre los medios y vuelve a atacar su credibilidad.”
El pasado 25/04/2024 Laura Arroyo, periodista de Canal Red, medio afín a Pablo Iglesias, pidió tocar el Poder Judicial e intervenir los medios de comunicación. (El Plural)
Nuestro amado líder, Pedro Sánchez, después de cinco días de reflexión nos dice que piensa acometer una “regeneración democrática”, y carga contra los jueces que osan enfrentarse a él o a su familia y su entorno, y contra los medios de comunicación disidentes tachándolos a todos de herramientas de la ultraderecha para atacar a la democracia.
Atacarle a él, a su familia o a su entorno, es atacar a la democracia, porque él es la democracia convertida en hombre.
El magnífico Frederick Forsyth, escribió estas líneas que copia a continuación en su libro “El fantasma de Manhattan”, y lo he extraído de una charla que le da un periodista veterano a los alumnos de la universidad de periodismo:
“El periodismo es una forma de poder. Mal utilizado, el poder deviene tiranía. Utilizado con mesura y prudencia, es una necesidad sin la que ninguna sociedad puede sobrevivir y prosperar. Eso nos lleva a la cuarta regla: nuestro trabajo no consiste en integrarnos en el orden establecido, en fingir que nos hemos alineado con los ricos y poderosos. Nuestro trabajo en una democracia es investigar, descubrir, comprobar, desvelar, cuestionar, interrogar. Nuestro trabajo es desconfiar hasta que lo que nos dicen se demuestra cierto. Como tenemos el poder, nos acosan los charlatanes, los farsantes, los embaucadores, los vendedores de tres al cuarto, en el campo de las finanzas, el comercio, la industria, el mundo del espectáculo y sobre todo la política.
Vuestros maestros han de ser la verdad y el lector, nadie más. No aduléis jamás, no os acobardéis, no os sometáis y no olvidéis que el lector, con sus monedas, tiene tanto derecho a vuestro esfuerzo y vuestro respeto, y a saber la verdad, como el Senado. Por lo tanto, sed escépticos respecto del poder y los privilegiados y contribuiréis a la buena fama de nuestra profesión.”
Esperemos que la “Regeneración democrática” y los controles a los medios no devengan en tiranía. Cuando una salta a la arena política tiene que saber que lo van a despellejar, a él y su familia, su entorno, su pasado. Van a investigar hasta el más mínimo detalle de tu vida. Si vives en un barrio de Madrid, barrio obrero, y sueltas la perlita de que no abandonarás el barrio nunca, pase lo que pase, y luego te vas a vivir a un chalé a una zona residencial, te sacarán los colores.
Si vas defendiendo la abolición de la prostitución y luego se descubre que tu inmaculada mujer era la administradora de los puticlubs y saunas de tu suegro, pues lógicamente te sacarán los colores. Si abanderas el lema de “tolerancia cero contra la corrupción venga de donde venga” y tu señora esposa tiene unos episodios un tanto oscuros durante tu mandato, pues te van a sacar los colores.
Y eso no es atacar a la “democracia” como dices, amado líder, sino poner en duda lo que tu Ministerio de la Verdad quiere hacernos creer. Ministerio de la Verdad que reparte mediante la red de WhatsApp las palabras clave en “neolenguaje” que hay que repetir cada día.
Principios de propaganda de Joseph Goebbels: Principio de transposición:
“Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan.”
Alfonso Pazos Fernández