Hoy: 10 de febrero de 2025
El Pontífice ha alertado a los periodistas acerca del peligro de distorsionar la imagen de la Iglesia mediante un «registro ideológico» o de «espectáculo», al mismo tiempo que ha expresado su gratitud por «la delicadeza y el respeto» con los que abordan «los escándalos», especialmente en relación con los abusos sexuales.
En su discurso ante 150 periodistas de todo el mundo acreditados en el Vaticano, el Santo Padre resaltó que los medios de comunicación tienden a deformar la actualidad religiosa, ya sea adoptando un enfoque ideológico o convirtiéndolo en un espectáculo. Esta doble deformación afecta la imagen de la Iglesia, ya que el primer registro tiende a situarla en un marco político, mientras que el segundo la relega a una noticia ligera.
El Papa instó a los informadores a fundamentar sus contenidos en «la roca sólida de la responsabilidad en la verdad» en lugar de en «las frágiles arenas de la charlatanería y de las lecturas ideológicas». Para él, la labor del periodista radica en «no ocultar la realidad», ni tampoco «sus miserias», y en transmitir la realidad «sin edulcorar las tensiones, pero al mismo tiempo sin hacer un ruido inútil», esforzándose por captar «lo esencial, a la luz de la naturaleza de la Iglesia».
De manera similar, el Papa agradeció «la delicadeza y el respeto» que demuestran los periodistas al abordar los escándalos, reconociendo que esto beneficia al Pueblo de Dios, a la gente sencilla y a la propia Iglesia, que aún tiene camino por recorrer para comunicar de manera más efectiva, preferiblemente a través del testimonio antes que de las palabras.
Francisco reflexionó sobre «la fatigosa tarea de un vaticanista de relatar el camino de la Iglesia», subrayando la necesidad de «construir puentes de conocimiento y comunicación en lugar de surcos de división y desconfianza». Citó al periodista italiano Luigi Accattoli, quien durante casi tres décadas ha cubierto la información del Vaticano para el periódico Il Corriere della Sera, al destacar que los vaticanistas deben resistir la inclinación inherente a la comunicación de masas de manipular la imagen de la Iglesia, incluso más que cualquier otra imagen asociada a la humanidad.