El último informe Violencia de género y empleo de la Fundación Adecco revela que el 91% de las mujeres víctimas de violencia de género se siente más vulnerable y aislada cuando está desempleada. El estudio, presentado en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, subraya la importancia del empleo como herramienta esencial para la recuperación y la autonomía de estas mujeres.
El análisis, basado en encuestas a 490 mujeres, muestra que el 53% busca trabajo como un paso imprescindible hacia su independencia. Además, el 67,8% no tenía empleo cuando comenzaron las agresiones, lo que evidencia cómo la falta de recursos propios dificulta la denuncia y la ruptura del ciclo de violencia. Sin empleo, explica el informe, “nueve de cada diez mujeres se sienten más dependientes y aisladas”.
El estudio también pone de relieve cómo el acceso a un trabajo transforma sus vidas: el 72% de las mujeres que han conseguido empleo considera que trabajar reduce el riesgo de sufrir violencia de nuevo. Este impacto positivo se debe al aumento de la autoestima (87,5%), la estabilidad económica (84,2%) y la ampliación de redes sociales (69,1%). Como señala Begoña Bravo, directora de Inclusión de Fundación Adecco, “el empleo sigue siendo el recurso por excelencia para que las mujeres recuperen su seguridad, autonomía y capacidad para pedir ayuda”.
Otro aspecto central del informe es el impacto de la dependencia económica. Un 68,4% de las mujeres desempleadas afirma haber sufrido amenazas o presiones vinculadas a su falta de ingresos, desde el control del dinero hasta el boicot a su búsqueda de empleo. Bravo advierte que “cuando una mujer depende económicamente de su pareja, esa dependencia puede utilizarse para ejercer un mayor control y sometimiento”.
Finalmente, la cronificación del desempleo agrava la situación: casi la mitad de las mujeres lleva más de un año buscando trabajo sin éxito. Obstáculos como la baja autoestima, el miedo a ser localizadas por el agresor o la brecha digital dificultan su inserción laboral. Estas barreras, unidas a prejuicios del mercado laboral, profundizan su aislamiento. Sin embargo, Bravo destaca un importante valor añadido: “las mujeres víctimas muestran una extraordinaria fidelidad, compromiso y motivación hacia los proyectos en los que trabajan, y es algo que debemos visibilizar”.