Edurne Pasaban, la alpinista española que se convirtió en la primera mujer en ascender los 14 ochomiles del planeta, explica que su relación con la montaña ha cambiado con el paso del tiempo. Aunque sigue muy presente en su vida, ya no le dedica el mismo tiempo ni afronta los grandes retos de antaño. Hoy, la montaña ha vuelto a ocupar el lugar de un “hobby”, después de haber sido su “profesión” durante algunos años que recuerda con especial cariño y a los que asegura que volvería sin dudarlo.
Señaló Pasaban en una entrevista concedida a la organización de los Premios María Villota, en los que figura como una de las galardonadas:
«Vivo en el Valle de Arán y dedico a la montaña el tiempo que me deja la vida. Salgo con los esquís y ya no son los retos tan grandes de antaño, pero la montaña es parte de mi vida. Intento visitar el Himalaya un par de veces al año. Mi ‘hobby’ pasó a ser profesión y ahora es hobby otra vez»
Asimismo, la guipuzcoana atesora una trayectoria única, marcada por la conquista de los 14 picos de más de 8.000 metros. Recuerda aquella etapa como una época muy distinta a la actual, en la que los alpinistas eran “autodidactas, tanto de la preparación física como de la parte mental”. Rememoró:
«Éramos parte de un deporte muy minoritario y fuimos casi sin transición del monte al Himalaya. Pienso que entonces éramos unos ‘perdidos’ y que psicológicamente nadie podía prepararnos. Yo veía trabajar a los psicólogos del CAR de Barcelona y no me podían ayudar porque éramos casi los primeros»
Al hacer balance de aquellos años, Pasaban destaca tanto la dureza como la intensidad con la que se vivía el alpinismo. Según recoge Europa Press, añadió:
«Lo primero que se me viene a la cabeza es qué bonitos años y firmaba desde cero volver a aquello, con todos los sufrimientos. Me quedo con la diversión, empezábamos de cero, hacíamos lo que nos gustaba y las primeras ascensiones las combinamos con nuestro trabajo. Perdí mucha gente en nueve años, pero me quedo con aquellos años sin duda alguna»
La alpinista de Tolosa subraya que en un inicio nunca se plantearon el reto de ser los primeros en completar los 14 ochomiles. “Empezamos a hacer los ‘ochomiles’ sin pensar” en ese objetivo. La situación cambió con la aparición de la alpinista coreana Oh Eun-sun:
«Cuando aparece la coreana (Oh Eun-sun), se convierte en una competición. Los coreanos querían poner la primera mujer en el mundo en todas las cimas de más de 8.000 metros y nosotros íbamos a expediciones con presupuestos muy escasos, vendiendo lotería, camisetas, de todo para coger fondos y los coreanos llevaban presupuestos millonarios. Ahí la competición sí que sale y luchamos a tope por conseguirlo»
Pasaban también reflexiona de forma crítica sobre la evolución del himalayismo. Lamenta que exista la percepción de que en la montaña “no hay ley porque nadie te pone una barrera”. Reconoció:
«No hay regulación alguna, hay una cuestión económica de por medio y se ha quitado mucho valor al himalayismo y las cosas que hacíamos entonces, me da pena. Fuimos afortunados de vivir esos años porque aquello no volverá y si quiero hacer algo más romántico, tengo que ir a montañas que no hace nadie»
En ese sentido, confesó que una de las montañas que le gustaría ascender es el Ama Dablam, en el Himalaya.
Sobre el Premio María Villota que recibirá el próximo 19 de enero, la alpinista vasca no oculta su emoción. “Es un honor”, afirma:
«Las personas que hemos sido premiadas tienen un gran palmarés y todos son grandes referentes. Después de tantos años de haberme retirado, la verdad es que ya piensas que no te van a dar un premio y es un reconocimiento a toda una trayectoria»
Pasaban también quiso destacar la figura de María Villota como referente personal y deportivo. Sentenció:
«La figura de María era una referente para todas nosotras. Coincidimos en esa época en un mundo como el suyo y el mío eran totalmente masculinos y la tenía como referente y una luchadora. El premio me hace mucha ilusión porque cuando falleció María estaba haciendo un programa que se llamaba ‘Cumbre’ y en uno de los programas en el Monte Perdido, estaba con Laia Sanz. María estuvo en aquella cumbre y es un momento que recuerdo tantas veces, que este premio me hace mucha ilusión»
Tanto Edurne Pasaban como María Villota fueron pioneras en disciplinas tradicionalmente dominadas por hombres. La montañera considera que se está avanzando en materia de igualdad, aunque de forma lenta. Cree que la mujer “está encontrando su hueco tanto como deportistas como en direcciones de clubes o en el mundo del deporte en general”. Aclaró:
«La presencia de la mujer es mayor, pero sigue siendo un coto de hombres. España es un país que en deporte tiene muy buenas mujeres, pero en su conjunto, todavía hay muchísimo por hacer»
Además, la tolosarra reconoce que no tiene una fórmula mágica para acelerar ese cambio. Admite Pasaban:
«Es difícil. Somos un país en el que, aunque queremos mirar con ojos de adelantados e innovadores, culturalmente hay algunas cosas en la que nos cuesta mucho soltar lastre»
En la actualidad, imparte “muchas conferencias a las empresas sobre liderazgo” y dedica buena parte de su tiempo a su hijo de ocho años, con el objetivo de “inculcarle la pasión por el deporte y la nieve”.