En 2016, la canción infantil Baby Shark se convirtió en un fenómeno global que trascendió el entretenimiento para niños y se transformó en una poderosa máquina de ingresos. Su estribillo repetitivo y pegajoso se viralizó a nivel mundial, capturando la atención de millones de personas y consolidando su lugar en la cultura pop digital.
La versión más famosa fue producida por la empresa surcoreana Pinkfong, que publicó el vídeo en YouTube en junio de 2016. Desde entonces, ha acumulado más de 10.000 millones de visualizaciones, convirtiéndose en el vídeo más visto de la plataforma. Este alcance masivo, según Excelsior, ha generado ingresos publicitarios estimados en más de 22 millones de dólares, con una media actual de 283.000 dólares al mes solo por visualizaciones en YouTube.
El éxito no se limitó a Internet. Pinkfong desarrolló una extensa estrategia comercial que incluyó productos como juguetes, ropa, libros y alimentos. La marca incluso llegó a asociarse con grandes empresas como Kellogg’s y amplió su universo con una serie animada, Baby Shark’s Big Show!, y una película.
Además del merchandising, la franquicia se expandió a otras plataformas con aplicaciones móviles, vídeojuegos y espectáculos en vivo que recorrieron múltiples países. Esta diversificación mantuvo el fenómeno vigente a lo largo de los años, adaptándose a distintos mercados y públicos.
Aunque no existe una cifra oficial sobre el total de beneficios acumulados por la marca, estimaciones de medios especializados calculan que el universo Baby Shark ha generado entre 200 y 300 millones de dólares desde su lanzamiento. A casi una década de su debut, sigue siendo uno de los casos de éxito más extraordinarios del entretenimiento infantil.