Hoy: 21 de diciembre de 2024
Madrid recupera la Montaña de los Gatos del Retiro veinte años después de su cierre, incluidas las cascadas, una vez solucionados los problemas de filtraciones de agua que motivaron su clausura en 2004.
El Ayuntamiento de Madrid ha restaurado tanto las cascadas como el itinerario interior. Además durante las obras se ha dado con el hallazgo de un viaje de agua que conducía a una noria anterior al parque.
Los trabajos, realizados durante ocho meses han supuesto una inversión de 2,1 millones por parte del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, permiten la percepción visual que se tiene del parque desde la plataforma superior de la montaña.
Ahora, con su reapertura, los visitantes podrán disfrutar del conjunto de la zona ajardinada y de la estructura exterior reformada, además de una muestra que acogerá desde este mismo miércoles el espacio abovedado interior.
Esta exposición temporal permitirá conocer la historia de la Montaña de los Gatos, así como el detalle de los trabajos que se han llevado a cabo para su recuperación integral. Estará abierta de 11 a 13 horas y de 18 a 20 horas.
El interior de la montaña consta de un espacio abovedado de planta circular abierto con un óculo superior del que nacen cuatro galerías que discurren por el interior del cerro artificial. El primero de estos pasillos, dispuesto en el eje perpendicular a la calle O’Donnell, hace las veces de acceso.
Los otros tres nacen desde el espacio interior, avanzan bajo la montaña en direcciones opuestas hacia los estanques del perímetro en busca de la caída de agua de las cascadas exteriores.
Uno de los objetivos prioritarios que estos trabajos han posibilitado pasaba por el tratamiento y la eliminación de las humedades por filtraciones registradas en el interior de la sala y en la bóveda.
Para ello se ha mejorado su cubrición teniendo en cuenta que en el momento de su construcción fue ‘enterrada’ con tierra y vegetación para crear sobre ella la montaña artificial, ha explicado el Ayuntamiento. En lo que afecta a la bóveda, se ha respetado la construcción original, lo que ha implicado mantener su volumen, de 14 metros de diámetro y 11 metros de altura.
La montaña cuenta con una serie de pequeños senderos ajardinados ascendentes rodeados perimetralmente de un conjunto de estanques sobre los que vierten tres cascadas artificiales, dotadas de un sistema hidráulico de recirculación.
En este punto, se han recuperado las cascadas y las láminas de agua, al tiempo que se ha llevado a cabo una adaptación de las zonas arbustivas y del patrimonio vegetal. Dentro del propósito de devolver el espíritu original a este espacio, además de la estructura también se ha restaurado el trazado interior de la montaña y se ha renovado el firme de los caminos que integran el recorrido.
En lo que concierne a los elementos patrimoniales del conjunto, se han consolidado y revalorizado y se ha procedido a la renovación de las instalaciones de iluminación y de la red de riego, que se ha adaptado a la nueva vegetación.
Al margen de los trabajos de recuperación, durante la realización de estas obras se han producido hallazgos arqueológicos, en concreto, se ha encontrado un viaje de agua (conformaban el sistema utilizado hasta mediados del siglo XIX en Madrid para la distribución) que conducía a una noria, anterior a la construcción del parque.
Los restos arqueológicos hallados van a quedar a la vista de los visitantes a través de una pantalla de cristal. También han aparecido los contrafuertes originales que han sujetado la bóveda desde su construcción y parte de ellos permanecerán descubiertos a partir de ahora con el fin de que puedan ser contemplados por el visitante a través de un cristal.
Fue en 2002 cuando el espacio abovedado interior de la montaña acogió su última exposición. Desde entonces no ha tenido ningún uso ni se ha permitido el acceso debido a los riesgos detectados en su seguridad.
De hecho, en 2004 comenzaron a registrarse desprendimientos en su interior. Se cerró entonces la zona reservada a las exposiciones. Entre ese mismo año y 2005 se procedió al vallado de todo el conjunto.
Un estudio realizado por la Dirección General de Gestión del Agua y Zonas Verdes llegó a la conclusión de que la instalación no era segura para el acceso del público. La razón estaba en unas filtraciones de agua que se producían en su interior.
Coincidiendo con el 150 aniversario del Retiro, se convocó en 2018 un concurso público para la rehabilitación del espacio. Este proceso quedó desierto hasta que en mayo del pasado año el Gobierno municipal autorizó en Junta de Gobierno un contrato para la ejecución de las obras, que arrancaron en octubre y ahora han finalizado.
Esta montaña artificial fue levantada en el siglo XIX por el rey Fernando VII. Popularmente ha sido conocida como la Montaña de los Gatos por haber sido en el pasado espacio habitual para las colonias de felinos que poblaban este punto de la ciudad.
Situada junto a la confluencia de la calle O’Donnell y la avenida de Menéndez Pelayo, la montaña fue concebida como un capricho de jardín de carácter arquitectónico, aunque el principal uso que se le dio hasta su cierre en 2004 fue el de sala de exposiciones.
La Montaña Artificial es uno de los caprichos de Fernando VII promovido en el Reservado del Parque del Retiro, la zona que delimitó para su real disfrute y el de su familia, sin acceso público. Las obras se iniciaron en 1817.
Fue nombrado director de este jardín romántico Bernardino Berogán, incluyéndose en su perímetro esta montaña cubierta de vegetación diversa y coronada su cima por un templete, ya desaparecido, que servía de observatorio.
Este templete de rasgos orientales estaba configurado por tres torres. Berogán proyectó otras edificaciones en el parque, construidas por el arquitecto real Isidro González Velázquez, como la Casita del Pescador, la Casa del Contrabandista, la Casa del Pobre, la Casa Rústica, la Pajarera, la Casa de Fieras o el Embarcadero del Estanque Grande.
La ría y el estanque que se encuentran a sus pies originariamente contaron con peces y gansos, y la parte superior de la cascada estaba coronada por la cabeza de un león de yeso. Esta construcción fue bautizada por los madrileños de la época de diferentes formas a la Montaña.
Así llegó la denominación de ‘El tintero’, por la forma que tenía vista desde lejos, o la de ‘Los gatos’ ya que durante un tiempo era el lugar en el que la gente se deshacía de sus gatos convirtiéndose en hogar de los felinos callejeros.