La despedida de Brigitte Bardot estará ligada, como lo estuvo gran parte de su vida, a Saint-Tropez. Allí, frente al Mediterráneo, descansará en el cementerio marino donde se encuentran enterrados sus padres. Una elección coherente con la forma en la que la actriz decidió vivir sus últimas décadas: lejos del foco constante, pero sin romper del todo con el lugar que la convirtió en leyenda.
Bardot falleció a los 91 años en su casa del sur de Francia, acompañada por su marido, Bernard d’Ormale. Su muerte provocó una oleada inmediata de reacciones, homenajes y también debates. Porque su figura, tan influyente como controvertida, nunca dejó indiferente a nadie, según apunta el Diario Las Américas.
Aunque en distintas ocasiones expresó su deseo de descansar en el jardín de su mítica villa La Madrague, finalmente será el cementerio marino de Saint-Tropez el lugar que acoja su sepultura. Un espacio íntimo, abierto al mar, que conecta directamente con su historia personal y familiar.
Saint-Tropez no fue solo un escenario más en su vida. Fue el lugar donde se refugió tras abandonar el cine en 1973. Allí decidió cerrar su etapa como estrella internacional y comenzar otra, muy distinta, centrada en la defensa de los derechos de los animales. Desde ese punto del mapa construyó una nueva identidad, más silenciosa, pero igual de firme.
Las exequias ya están siendo preparadas por su entorno más cercano, aunque por ahora no se han hecho públicos los detalles de la ceremonia. Todo apunta a que será una despedida discreta, acorde con la vida que eligió llevar lejos de los platós.
Brigitte Bardot alcanzó la fama mundial en 1956 con Y Dios creó a la mujer. A partir de ahí protagonizó cerca de 50 películas, se convirtió en un icono del cine, de la moda y de la libertad femenina, y marcó a toda una generación. Su imagen sigue siendo reconocible en cualquier parte del mundo.
Sin embargo, su legado no está exento de controversia. Tras abandonar el cine, sus posicionamientos políticos, cercanos a la extrema derecha, y varias condenas por discurso de odio ensombrecieron su figura pública. Esto ha provocado reacciones muy diferentes tras su fallecimiento. Desde elogios institucionales, como el del presidente Emmanuel Macron, hasta apoyos explícitos desde la extrema derecha, como el de Marine Le Pen, junto a críticas abiertas desde sectores progresistas.
Bardot fue, hasta el final, una mujer difícil de encasillar. Amada, cuestionada, admirada y discutida. Su entierro en Saint-Tropez simboliza ese recorrido vital marcado por la libertad, la contradicción y una personalidad que nunca buscó el consenso. Allí, frente al mar, se cierra definitivamente una historia que dejó huella en el cine, en la cultura y en el debate público.