España ha alcanzado un nuevo récord demográfico. A 1 de enero de 2025, el país suma 49,1 millones de habitantes, la cifra más alta registrada hasta la fecha. Este aumento, de más de 508.000 personas en solo un año, refleja una tendencia clara: el crecimiento poblacional se apoya principalmente en la población extranjera, que continúa siendo un motor clave del cambio demográfico.
Durante 2024, el número de residentes extranjeros creció en más de 409.000 personas, lo que supone un aumento superior al 6%. Con ello, España alcanza una cifra histórica de 6,9 millones de personas de nacionalidad extranjera. En contraste, la población con nacionalidad española apenas aumentó, confirmando una dinámica que se repite en los últimos años.
Entre las nacionalidades más numerosas destacan los ciudadanos procedentes de Marruecos, Colombia y Rumanía, aunque los mayores incrementos recientes se han producido entre personas originarias de Colombia, Venezuela y Marruecos. Este fenómeno no solo impacta en el tamaño de la población, sino también en su diversidad cultural y social, especialmente en las grandes áreas urbanas.
El crecimiento se ha repartido de forma desigual por el territorio. Comunidades como Cataluña, la Comunidad de Madrid y la Comunitat Valenciana lideran el aumento de habitantes, mientras que solo una región, Extremadura, ha registrado un descenso. A nivel local, más de la mitad de los municipios españoles han logrado mantener o aumentar su población, un dato relevante en un contexto marcado por el debate sobre la despoblación rural.
Más allá del crecimiento, los datos confirman una tendencia que define a la sociedad española: el envejecimiento progresivo de la población. La edad media se sitúa ya en 44,6 años, muy lejos de los poco más de 30 años registrados hace cinco décadas. Actualmente, más del 20% de los residentes tiene más de 64 años, lo que eleva la tasa de dependencia y plantea desafíos para el sistema sanitario, las pensiones y los cuidados, según Europa Press.
La estructura poblacional muestra también cambios en la forma de vivir y moverse. Solo el 42,8% de las personas reside en el mismo municipio en el que nació, mientras que casi una de cada cinco nació fuera de España. Esta movilidad interna y externa refleja un país cada vez más dinámico, donde las oportunidades laborales y la calidad de vida influyen en las decisiones de residencia.
Las grandes ciudades concentran buena parte de la población. Más del 40% de los habitantes vive en municipios de más de 100.000 personas, lo que refuerza la presión sobre la vivienda, el transporte y los servicios públicos. Al mismo tiempo, algunas localidades turísticas y costeras destacan por su rápido crecimiento, mientras que otras ciudades medias pierden residentes.
En cuanto al estado civil, la sociedad española también muestra cambios profundos. Aumenta el número de personas solteras, especialmente entre los jóvenes, mientras que el matrimonio sigue siendo mayoritario a partir de los 35 años. La viudedad, muy feminizada, refleja la mayor esperanza de vida de las mujeres.
Este nuevo máximo histórico no es solo una cifra. Es el reflejo de una España más poblada, más diversa y más envejecida, que deberá adaptar sus políticas públicas para responder a los retos demográficos, sociales y económicos del futuro inmediato.