La próxima edición de La Vuelta ya genera expectación incluso antes de arrancar. Su recorrido, presentado recientemente, apunta a ser uno de los más exigentes de los últimos años. Así lo ve Óscar Pereiro, exciclista y embajador de la carrera, que no duda en lanzar un mensaje contundente a los aspirantes al maillot rojo: la regularidad será obligatoria y cualquier error puede costar la victoria.
Para Pereiro, el trazado de 2026 destaca por una combinación demoledora de factores. El elevado desnivel acumulado, la ausencia de etapas claramente tranquilas y el calor del Levante y del sur convierten esta Vuelta en una prueba de fondo constante. No habrá jornadas para esconderse ni días cómodos para recuperar fuerzas.
El exciclista gallego insiste en que no es una carrera para la improvisación. Aquí no basta con brillar en momentos puntuales. Se necesita consistencia absoluta durante tres semanas. Por eso, advierte que corredores con tendencia a sufrir altibajos lo tendrán muy difícil. Incluso menciona a talentos contrastados como Remco Evenepoel, cuyo enorme potencial puede verse comprometido si aparece ese temido “mal día” que esta Vuelta no perdona.
La dureza, además, llega desde el inicio. La salida internacional desde Mónaco aporta prestigio y proyección global, pero también introduce la montaña desde las primeras etapas. Desde el primer día habrá exigencia, con finales y recorridos que obligan a estar concentrado desde el arranque.
Uno de los aspectos que más valora Pereiro es el protagonismo del sur. Durante años se ha asociado la máxima dureza ciclista al norte, pero el gallego desmonta ese mito. El sur también castiga, y lo hace con un ingrediente añadido: el calor. Etapas largas, puertos exigentes y temperaturas elevadas crean un escenario ideal para que aparezcan diferencias inesperadas.
Este diseño favorece una clasificación general abierta hasta el final. Pereiro recuerda que La Vuelta ha construido su identidad sobre finales inciertos y emociones tardías. No es casualidad que en muchas ediciones recientes el ganador se haya decidido en los últimos días. Y todo apunta a que volverá a ocurrir.
Habrá etapas trampa, jornadas donde una debilidad mínima puede transformarse en minutos perdidos. Nadie podrá dormirse. Ni siquiera los grandes favoritos. Según Pereiro, será imposible llegar a la penúltima etapa con tranquilidad absoluta. Siempre quedará terreno para la sorpresa.
Más allá del recorrido, el exganador del Tour destaca otro logro clave: el atractivo de la carrera. La Vuelta ha sabido crear un estilo propio que seduce a los grandes nombres del pelotón. Los corredores saben que aquí todo puede pasar, y eso la convierte en una de las rondas más imprevisibles y emocionantes del calendario.
El aviso está claro. En esta Vuelta, no gana el más brillante un día, sino el que resiste mejor todos.