Conducir durante décadas aporta confianza y conocimiento de la carretera, pero a partir de cierta edad esa experiencia no siempre compensa los cambios que se producen en el cuerpo y en la mente. Diversos estudios señalan que los conductores mayores de 65 años tienen más dificultades para anticipar los peligros del tráfico, especialmente cuando se enfrentan a situaciones complejas. El problema aparece, sobre todo, cuando deben dividir la atención entre varios riesgos al mismo tiempo.
Según explican los investigadores, el rendimiento de estas personas en escenarios con múltiples amenazas puede llegar a ser similar al de conductores noveles. No se trata de una falta de conocimiento, sino de una menor capacidad para procesar información rápidamente y reaccionar con la misma agilidad que antes. La dificultad aumenta cuando los peligros aparecen en distintos puntos del campo visual, obligando a cambiar el foco de atención de forma constante.
Esta pérdida progresiva de reflejos no siempre es percibida por quienes la sufren. Muchos conductores mayores se sienten seguros al volante porque conocen bien las normas y han vivido todo tipo de situaciones. Sin embargo, el tráfico actual es más intenso, rápido y complejo que hace décadas, lo que exige respuestas más inmediatas y una atención repartida en varios estímulos al mismo tiempo.
Para entender mejor este fenómeno, un equipo de investigadores de la Universidad de Granada y la Universidad de Málaga ha desarrollado una prueba específica que analiza cómo las personas mayores predicen los peligros en la conducción. A través de vídeos realistas de situaciones de tráfico, los participantes deben anticipar posibles riesgos, lo que permite evaluar de forma precisa su capacidad de atención y reacción.
El estudio combina pruebas neuropsicológicas con evaluaciones visuales, como la agudeza visual, la sensibilidad al contraste y la detección del movimiento. De este modo, se obtiene una visión completa de los factores que influyen en la conducción en la tercera edad. Los resultados confirman que no solo interviene la vista, sino también la velocidad de procesamiento mental y la capacidad para organizar la atención.
Los expertos subrayan que estos hallazgos no buscan estigmatizar a los conductores mayores, sino mejorar la seguridad vial. Identificar de forma temprana las dificultades permite diseñar medidas preventivas, programas de entrenamiento o sistemas de evaluación más ajustados a la realidad de cada persona.
En un contexto de envejecimiento de la población y aumento de conductores de edad avanzada, este tipo de investigaciones resulta clave. El objetivo no es retirar carnés de forma indiscriminada, sino garantizar que todos los conductores, independientemente de su edad, puedan circular con seguridad. Conducir bien no depende solo de los años al volante, sino de la capacidad real para anticipar y reaccionar ante los riesgos de la carretera.