La Unión Europea de Radiodifusión (UER) anunció este lunes que la votación sobre la participación de Israel en Eurovisión 2026 se aplaza a diciembre. Según explicaron, esta decisión se toma «a la luz de los recientes acontecimientos en Oriente Medio». En lugar de organizar una sesión extraordinaria en noviembre, el tema se incluirá en la agenda de la Asamblea General ordinaria de invierno.
El aplazamiento busca ofrecer tiempo para que el Consejo Ejecutivo pueda mantener una discusión abierta y presencial entre sus miembros. La UER enfatizó que se trata de asegurar un debate profundo sobre la presencia de Israel en la edición del festival que se celebrará en Austria, en mayo de 2026.
Esta decisión llega después de meses de polémica. Tras los ataques del pasado 7 de octubre y antes del reciente anuncio de un acuerdo de cese al fuego entre Israel y Hamás, la participación israelí dividió a varios países europeos. España, Irlanda, Eslovenia, Islandia y los Países Bajos anunciaron que no enviarían representantes si se autorizaba la participación de Israel. Otros, como Bélgica, Suecia y Finlandia, contemplaban la posibilidad de un boicot.
La polémica sobre Israel en Eurovisión recuerda casos previos de exclusión política en el festival. Rusia fue vetada tras la invasión de Ucrania en 2022, y Bielorrusia un año antes, luego de la reelección cuestionada de Alexandre Lukashenko. Austria, país anfitrión en 2026, lamentó los llamados al boicot y aseguró que la música debe ser un espacio de encuentro, no de división. Por su parte, el ministro alemán de Cultura, Wolfram Weimer, se manifestó en contra de excluir a Israel, destacando que hacerlo sería «convertir en tribunal una fiesta de entendimiento entre pueblos».
La cantante israelí Yuval Raphael, quien fue segunda en el concurso de 2025 y sobreviviente del ataque del 7 de octubre, se ha convertido en un símbolo de resiliencia para muchos. Su participación futura en Eurovisión 2026, aún sin confirmación oficial, genera expectativas y también tensiones políticas.
El aplazamiento deja en suspenso la decisión final y permite que los países europeos y la UER tengan tiempo para analizar la situación con calma. Para muchos, Eurovisión sigue siendo más que un concurso musical: es un reflejo de tensiones políticas y un espacio donde la cultura y la diplomacia se entrelazan de manera inesperada.