El Estadi Olímpic vivió una gran noche de fútbol europeo. El Barça y el PSG ofrecieron un duelo intenso, vibrante y lleno de alternativas. Los de Hansi Flick lo dieron todo, pero volvieron a chocar con sus limitaciones. El actual campeón de Europa se impuso por 1-2 en el descuento, gracias a un golpe de calidad desde el banquillo. El esfuerzo azulgrana fue enorme, pero no alcanzó.
El arranque fue prometedor. Con un Lamine Yamal eléctrico y un Pedri inspirado, el Barça se adueñó del balón en los primeros minutos. La grada disfrutó con varias ocasiones claras, hasta que llegó el gol de Ferran Torres. El valenciano definió con frialdad tras una jugada rápida y puso el 1-0 que encendió al Olímpic.
Parecía que el plan de Flick funcionaba. El equipo presionaba alto, mordía en cada duelo y desbordaba con facilidad por las bandas. Pero el PSG no tardó en reaccionar. Nuno Mendes encontró el espacio y Mayulu, con calma, superó a Szczesny para igualar el marcador antes del descanso. El 1-1 fue un jarro de agua fría.
La segunda parte mostró las diferencias entre ambos equipos. El Barça siguió intentando llegar al área rival, pero las fuerzas comenzaron a escasear. Las bajas pesaban demasiado. Sin Gavi, sin Fermín y con un Yamal recién salido de una lesión, el equipo perdió frescura. Rashford y Dani Olmo tuvieron opciones, pero siempre apareció un zaguero parisino para evitar el gol.
El físico se convirtió en un muro. El Barça se iba apagando, mientras el PSG crecía con Vitinha y Zaïre-Emery mandando en el centro del campo.
Luis Enrique, de regreso a Barcelona, mostró su mejor virtud: leer el partido desde el banquillo. Movió piezas y los cambios resultaron decisivos. Kang-in Lee avisó con un disparo al palo. Achraf Hakimi corrió sin descanso durante todo el duelo. Y Gonçalo Ramos, el revulsivo de lujo, apareció en el momento clave.
Cuando todo apuntaba al empate, llegó el mazazo. En el minuto 90, Achraf se lanzó en otra carrera demoledora. Su centro medido encontró a Ramos, que no perdonó. 1-2 y silencio en Montjuïc. Un gol de campeón en el momento justo.
El Barça quedó sin respuestas. Flick intentó refrescar con Lewandowski y Christensen, pero ya era tarde. El equipo lo dio todo, pero no tuvo el fondo de plantilla ni el físico del PSG. La derrota duele, aunque deja una certeza: el Barça compitió, pero aún está lejos de los gigantes de Europa.
El PSG, en cambio, reafirmó su poder. Sin Marquinhos ni Dembélé, mostró que tiene una plantilla amplia y letal. Tres puntos y un mensaje claro: el campeón sigue mandando.