Por qué Feijóo y el PP no dicen ni dirán que Israel comete genocidio en Gaza contra el pueblo palestino

18 de septiembre de 2025
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Feijóo I EP

Los conservadores españoles y europeos, cada vez más ultras, no quieren romper con Netanyahu y ser estigmatizados como antisemitas por el gobierno israelí, como éste tilda a Pedro Sánchez y a todos quienes pronuncian la palabra genocidio

El 10 de noviembre de 2023, el historiador israelí especializado en genocidio, Omer Bartov, advirtió en una columna de opinión en The New York Times que la respuesta del gobierno Israelí a los ataques de Hamás un mes antes, el 7 de octubre, albergaba el potencial de ser un genocidio. Y pedía una condena “antes de que ocurra, en lugar de condenarlo después”. Según Bartov lo que provocaba Israel eran “crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad”, y lo explicaba por una reacción a las consecuencias de los asesinatos cometidos por Hamás. Del historiador añadió: “Aun tenemos tiempo para prevenirlo”

Cuando Bartov negó el genocidio, la escritora, realizadora de cine y comisaria de exposiciones en la Universidad de Brown (Estados Unidos) Ariella Aïsha Azoulay, judía palestina que fue profesora en la Universidad de Tel Aviv señaló en una conversación con El Periódico que la negación de Bartov participaba de lo que ella llama la fetichización del término “genocidio” y la costumbre de “reservarlo” para casos excepcionales en los que Occidente no es el perpetrador directo, como en Ruanda o Bosnia.
Bartov cambió de posición. “En mayo de 2024, cuando las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) entraron en Rafah y desplazaron a cerca de un millón de personas a la zona de Al-Mawasi, una localidad sin infraestructura junto al mar, ya era una operación con objetivos genocidas, cuyas intenciones que ya se habían expresado en octubre de 2023”.

Es más, según desarrolló Bartov: “La única comparación posible es con la Nakba, (Catástrofe en árabe) es decir, la expulsión de los palestinos en 1948. En aquel momento unos 750.000 palestinos fueron expulsados de las zonas que se convirtieron en el Estado de Israel. Y murieron muchos miles de personas. Pero las cifras no fueron tan altas como ahora”.
Así llegamos al punto crucial. Los planes para destruir Gaza no son el resultado del 7 de octubre por más dolorosas que fuesen las acciones de ese día. El general Sharon decidió retirar al Ejécito de Israel de Gaza en 2005 y la convirtió en un campo de concentración gigantesco de 2 millones de personas. Y después Israel periódicamente lanzó operaciones genocidas parciales (Pilar de Defensa, Eco del retorno y Plomo fundido), provocando miles de muertos civiles.

Pero las campanas doblaron por la “solución final”, al estilo de la conferencia nazi de 1942 en las afueras de Berlín, el 7 de octubre. Los dirigentes de Israel lo dijeron alto y claro. Iban a borrar a los palestinos de Gaza de la faz de la tierra. Se cumplía el vaticinio funesto de Hana Arendt en Eichmann en Jerusalén, su reportaje periodístico sobre el enjuiciamiento de Adolf Eichmann: “Genocidio es una posibilidad de futuro, ningún pueblo de la tierra puede sentirse razonablemente seguro de su continuada existencia”.

El primer genocidio -antes de que en 1948 se adoptara la propuesta del jurista polaco Raphael Lemkin en la ONU- se produjo en época moderna en Armenia entre 1915 y 1923, donde una población de tamaño similar a la de Gaza, fue aniquilada en el imperio otomano por la República de Turquía. Casi 2,1 millones de armenios, su cultura, su lengua, fueron borrados del mapa. Las imágenes de los armenios expulsados son como una gota de agua con los palestinos que a estas horas son empujados y bombardeados para que huyan de Gaza City, la capital de la Franja. Para no evocar la situacion de Dresde en febrero de 1945 donde los bombardelos aliados dejaron un paisaje equivalente al de Gaza, eso sí, con menos muertos allí (entre 25.000 y 40.000 contra 70.000 en Gaza, una cifra considerada bajísima por v arias iknstituciones internacionales)

¿Es la ONU la que decide qué es o no un genocidio, como afirma el alcalde de Madrid? Es falso. El Tribunal de la Haya es el tribunal de la ONU donde se puede demandar, como ha hecho Sudáfrica, a un Estado por presunto genocidio. Y que ha admitido esa demanda calificando como “posible genocidio” el 26 de enero de 2024 a priori antes de una sentencia que llevará años. El PP se inventa excusas.
Nunca calificará el genocidio que comete Israel por sus vínculos con el gobierno Netanyahu. Porque no quiere unirse al gobierno de Sánchez al que Israel ataca como antisemita, ese arma de destrucción colonial del pueblo palestino.

¿Quizá no lo hace por Hamás a quien señala como aliado de Sánchez? No. Porque el PP no ignora que Netanyahu es quien, según admitió el 21 de mayo de 2025, envío dinero a Hamás, a través de Qatar, desde 2018, para fortalecer a dicha organización frente a la Autoridad Nacional Palestina, con el lema de divide y vencerás, un lema que no pocos judíos en el mundo apuntarán en el pasivo de Netanyahu precisamente por el 7 de octubre de 2023.

Como dice la escritora y académica Azoulay, nacida en Tel Aviv, genocidio es cuando un prueblo se convierte en un problema, en un obstáculo para otro pueblo que lo coloniza.
Ni la palabra genocidio como tal alcanza para describir el holocausto palestino que provoca Israel.
Porque es que no hay palabras.

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