Los cigarrillos electrónicos desechables, conocidos por su bajo costo, colores llamativos y sabores variados, se han vuelto cada vez más populares, especialmente entre adolescentes y adultos jóvenes. Estos dispositivos calientan líquidos con nicotina saborizada para producir vapor, lo que se conoce como vapeo. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en ACS Central Science advierte de que algunos de estos dispositivos liberan más metales tóxicos que los cigarrillos tradicionales o los vapeadores recargables antiguos, lo que representa un riesgo importante para la salud.
El estudio, liderado por Brett Poulin de la Universidad de California en Davis, encontró niveles elevados de plomo, níquel y antimonio —todos conocidos por su toxicidad o potencial cancerígeno— en varios vapeadores desechables. “Nuestro estudio pone de relieve el riesgo oculto de estos nuevos cigarrillos electrónicos desechables populares”, afirmó Poulin, destacando la necesidad urgente de regulación.
Aunque generaciones anteriores de cigarrillos electrónicos ya mostraban ciertos riesgos relacionados con la liberación de metales desde los componentes de calentamiento, los dispositivos más nuevos han superado esos niveles. Lo más preocupante es que muchos de estos productos se comercializan sin la debida autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE UU, lo que facilita su acceso y uso sin supervisión adecuada.
El equipo de investigación analizó siete dispositivos de tres marcas populares y halló concentraciones altas de metales, incluso antes de usarlos. El plomo se detectó desde el principio y se identificó su origen en componentes internos fabricados con aleaciones de cobre con plomo. En cambio, la fuente del antimonio sigue siendo desconocida. A medida que los dispositivos se usaban (entre 500 y 1500 inhalaciones), aumentaban las concentraciones de cromo, níquel y otros metales peligrosos en el vapor.
Uno de los hallazgos más alarmantes fue que un solo vapeador desechable liberó más plomo en un día que 20 paquetes de cigarrillos comunes. Además, los niveles de níquel y la forma carcinogénica del antimonio (Sb(III)) en algunos dispositivos superaron los límites de riesgo de cáncer establecidos por agencias de salud. Otros dispositivos también excedieron los umbrales considerados seguros para enfermedades no cancerosas, lo que amplía el espectro de peligros.
Aunque solo se estudiaron tres marcas entre las casi 100 disponibles en el mercado, los investigadores advirtieron de que los resultados son preocupantes dada la masiva aceptación de estos dispositivos. Su diseño atractivo y facilidad de uso han impulsado su consumo, pero los datos sugieren que estos productos podrían estar exponiendo a los usuarios a niveles tóxicos de sustancias que hasta ahora habían pasado desapercibidas.