Hoy: 28 de noviembre de 2024
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), aproximadamente un 42% de los españoles utiliza benzodiacepinas para tratar la ansiedad o para dormir, y esta cifra asciende al 59% entre jóvenes de 25 a 29 años. Además, el 65% de los usuarios lleva consumiéndolas seis meses o más, aunque muchos son conscientes de los efectos adversos de estos medicamentos a largo plazo. Como resultado, un 38% de los usuarios considera dejarlos.
En la jornada La vida sin tranquilizantes es posible, organizada por la OCU, el médico de familia Juan Francisco Menárguez expresó su preocupación por el aumento en el consumo de benzodiacepinas entre los jóvenes. Menárguez recomendó un cambio en el enfoque del sistema de salud para diferenciar entre problemas mentales graves y los desafíos de la vida cotidiana que podrían abordarse sin medicación, ya que el 91.7% de los casos presentan un uso inadecuado de estos fármacos. Aunque las benzodiacepinas son útiles a corto plazo, pueden causar efectos negativos como abstinencia, insomnio y malestar.
En el municipio de Molina de Segura (Murcia), una campaña de ocho años para promover un uso adecuado de estos medicamentos ha logrado reducir el consumo en un 7%, mientras que el resto de la región ha experimentado un descenso menor. La farmacéutica Ingrid Ferrer López, del Servicio Andaluz de Salud, indicó que el 70% de los consumidores de benzodiacepinas son mujeres y enfatizó que los beneficios reales de estos medicamentos no justifican los efectos adversos. La campaña Vivir sin tranquilizantes es posible, impulsada a nivel autonómico, busca que tanto los profesionales de la salud como la población general usen estos fármacos de manera responsable.
Para reducir la dependencia de estos medicamentos, Ferrer recomendó alternativas como el ejercicio y cambios en la forma de pensar, subrayando que estos métodos son herramientas sostenibles que contribuyen a una mejor salud mental. En Asturias, una campaña similar ha enfocado su atención en el uso de estos fármacos para el insomnio, buscando reducir el consumo en un año.
El psicólogo Pedro Rodríguez, del Consejo General de Psicología, sugirió aumentar el número de psicólogos en los centros de Atención Primaria para reducir la prescripción de benzodiacepinas y ofrecer soluciones alternativas. Actualmente, en España hay solo cinco psicólogos por cada 1,000 habitantes, mientras que en la Unión Europea la media es de 17, y en algunos países nórdicos llega a 30. Pilar Regato, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, destacó la importancia de la salud mental en Atención Primaria, especialmente para los mayores, quienes suelen tener una larga adherencia a estos medicamentos.
Tamara Peiró, del Consejo General de Farmacéuticos, afirmó que las farmacias comunitarias juegan un papel crucial en la reducción del consumo de estos fármacos, dado su contacto cercano con la comunidad. Los farmacéuticos pueden identificar problemas de adherencia o de salud mental en los pacientes y ofrecer recomendaciones, además de considerar “bloqueos cautelares” en el suministro de estos medicamentos cuando sea necesario.
Por último, Eva Segovia, de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), recordó que la agencia realiza un seguimiento del consumo de medicamentos y provee información sobre los efectos adversos de estos productos, ayudando a abordar el problema de la dependencia de las benzodiacepinas en la población.