Los viajes largos de 4 horas pueden aumentar el riesgo de trombosis

26 de julio de 2024
2 minutos de lectura
Los viajes de más de 4 horas pueden aumentar el riesgo de trombosis / EP

La enfermedad puede manifestarse días o incluso semanas después de la travesía, aunque también hay casos en los que aparece inmediatamente

La Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH) ha alertado sobre el riesgo de trombosis asociado a los trayectos prolongados. Conocida como trombosis del viajero o síndrome de la clase turista, esta condición implica la formación de coágulos en las venas de las piernas, los cuales pueden desplazarse y provocar problemas de salud graves, como embolia pulmonar. La inmovilidad durante el viaje ralentiza el flujo sanguíneo, aumentando así el riesgo de formación de estos coágulos.

Durante el verano, los desplazamientos en medios de transporte como avión, tren, autobús o coche aumentan considerablemente y suelen durar más tiempo en comparación con el resto del año, debido a los viajes hacia destinos vacacionales. Este aumento en la duración de los viajes prolongados también eleva el riesgo de desarrollar lo que se conoce como síndrome del viajero o trombosis del viajero.

El doctor Joan Carles Reverter, presidente de la SETH, explica que la trombosis del viajero se produce debido a la inmovilización durante los desplazamientos, lo que favorece la formación de coágulos en las venas de las piernas. Aunque este síndrome es más común en vuelos, también puede ocurrir en otros medios de transporte como autobuses y coches. “La formación del coágulo en las venas de las piernas puede hacer que este se desprenda con dirección a la circulación pulmonar, derivando en enfermedades con mayor riesgo”, señala.

Riesgo elevado de trombosis en viajes prolongados

Los especialistas destacan que el riesgo de trombosis venosa profunda aumenta notablemente en viajes de más de 4 horas, y especialmente en aquellos que superan las 8 horas. La trombosis puede manifestarse días o incluso semanas después del viaje, aunque también hay casos en los que aparece inmediatamente.

La tromboembolia venosa afecta aproximadamente a 1 de cada 1.000 personas al año, pero esta cifra es más alta entre quienes realizan viajes largos, especialmente si tienen otros factores de riesgo, como edad avanzada, antecedentes de trombosis, cirugías recientes, embarazo, uso de anticonceptivos orales, obesidad, cáncer o predisposición genética.

Durante los viajes, la inmovilización prolongada es un factor clave, junto con la deshidratación y, en el caso de los aviones, la disminución de los niveles de oxígeno y la presión atmosférica reducida. La SETH recomienda a los viajeros sin factores de riesgo que eviten ropa ajustada, se mantengan hidratados y realicen ejercicios regulares, como pasear o hacer ejercicios de contracción y extensión de las piernas. Para aquellos con factores de riesgo, se sugiere valorar el uso de medias de compresión o medicamentos anticoagulantes.

Ante este posible riesgo, los especialistas recomiendan:

Hidratación adecuada: Beber agua regularmente para evitar la deshidratación, la cual puede aumentar el riesgo de coágulos sanguíneos.

Ropa cómoda: Usar ropa holgada y cómoda para evitar la compresión de las venas en las piernas.

Ejercicio y movimiento durante el viaje: Realizar ejercicios simples como mover y estirar las piernas, girar los tobillos y levantar las rodillas. En trayectos largos, levantarse y caminar al menos cada dos horas. En el caso de viajes en coche, hacer paradas frecuentes para caminar y estirar las piernas.

Evitar la inmovilización prolongada: Cambiar de posición con frecuencia y evitar cruzar las piernas durante largos periodos de tiempo.

Medias de compresión: En personas con riesgo elevado de trombosis, considerar el uso de medias de compresión graduada que ayuden a mejorar la circulación sanguínea en las piernas.

Medicación preventiva: Consultar con un médico sobre la posibilidad de tomar medicamentos anticoagulantes si se tiene un alto riesgo de trombosis debido a factores como antecedentes médicos, edad avanzada, o enfermedades preexistentes.

Alimentación: Evitar el consumo excesivo de alcohol y cafeína, ya que pueden contribuir a la deshidratación. Optar por comidas ligeras y saludables.

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