Hoy: 23 de noviembre de 2024
Más temprano que tarde, el farsante Maduro tendrá que salir de Venezuela después de tantos muertos, famélicos, exiliados y una larguísima fila de familias destrozadas y perseguidas. ¿Cómo se puede hacer tanto daño sin huir de sí mismo?
Basta con sus exhibiciones de millonario incontrolado para que no sea preciso asegurarlo documentalmente; las cuentas corrientes de este vagabundo intelectual ascienden a miles de millones, además de propiedades diversas en paraísos tranquilos; aunque para él, ya fuera de Venezuela y por muchos guardaespaldas que lo neutralicen, ya no podrá salir a ninguna calle del mundo sin el miedo de ser ajusticiado por alguno de tantos como ha sabido destrozar sus vidas. El dinero bienhabido se disfruta con los amigos, se comparte con la familia y se baila en los relojes del tiempo. El que robó a costa de la pobreza ajena vive en vilo, sin saber que en la salsa de los langostinos puede haber el suficiente cianuro como para que la muerte se encargue de distribuir sus ambiciones.
A Maduro, la multitud de maltratados ya no le permiten vivir en Venezuela. Raynal lo advirtió y ahora se cumple: La fuerza de los que gobiernan no es, realmente, más que la fuerza de los que se dejan gobernar.