Puñetazos entre militares por culpa del apellido Miláns del Bosch

El Tribunal Supremo, Sala de lo Militar, ha condenado al sargento Jaime Miláns del Bosch Ramos (que salvo el segundo apellido lleva el mismo nombre y primer apellido que su abuelo, uno de los ideólogos del golpe de estado del 23F) a 14 meses de cárcel por propinar una paliza a su superior, el teniente Juan Diego B. D.. Le dio un golpe en la espalda, lo agarró del cuello, y siguió dándole puñetazos tras caer ambos al suelo. Resultado, el teniente se dio un golpe en la frente contra el suelo y le salió sangre, así como otras heridas compatible con una agresión, certificaron los médicos.

Los dos estaban de juerga, junto a otros mandos y soldados, en la caseta que monta el Tercio de la Legión Gran Capitán en una playa de Melilla. Era 29 de diciembre de 2020. Todos asistían a un acto de despedida de varios mandos. El sargento Miláns del Bosch y el teniente llegaron juntos a la caseta, de paisano. Habían acabado su jornada laboral. Ya en ese momento el teniente hizo alguna alusión al apellido de Miláns. Y a este no le gustó. Se apartó de allí y se puso a conversar con un comandante dentro de la caseta.

La sentencia no entra en detalles, pero sí dice que al teniente tampoco le agradó que el sargento estuviera conversando con un oficial. Se acercó a él y, según la sentencia, le soltó: “Tu eres un suboficial y no puedes hablar con un oficial”. El sargento se enfadó. El teniente se retiró y, cuando se disponía a salir de la caseta, mirándole de soslayo, le espetó en voz alta: “Tu apellido no te va a salvar siempre”.

Golpes en la mandíbula

Cuenta el teniente que de pronto sintió un golpe por la espalda y luego recibió puñetazos en la cara y mandíbula, tras cogerle el sargento con su brazo rodeándole el cuello. Cayeron al suelo; el teniente de cabeza: sufrió un golpe en la frente. Comenzó a brotarle sangre. Otros mandos que había en la caseta les separaron y se llevaron al teniente a la enfermería, donde se le diagnosticó que algunos de los golpes que presentaba eran compatibles con la caída y otros solo con una agresión”.

Miláns fue arrestado. Y condenado por un juzgado central militar a 14 meses de cárcel por lesiones, y a 30 días de multa también por lesiones pero menos graves.

El sargento recurrió la condena al Tribunal Supremo alegando que se había vulnerado su presunción de inocencia. El Supremo no le ha dado la razón y valida la condena. Y considera “poco creíble” el argumento esbozado por el sargento según el cual lo único que ocurrió es que, ciertamente, no le gustó el comentario que hizo su superior sobre su apellido, que era la segunda vez que le refería eso en la caseta, y que, admite, se abalanzó sobre él, tropezó con él y ambos cayeron al suelo, con la mala suerte de que el teniente cayó de frente.

El tribunal ha analizado los testimonios de los testigos y concluye que la versión del sargento “es inverosímil” y que la condena es correcta y debe validarse. Y deja claro que con anterioridad no existía una mala relación entre ellos y que el relato del teniente lesionado sí es persistente y creíble, al margen de que viene avalado por testigos y otros mandos que había en la caseta.

El tribunal impone al sargento, que queda suspendido de empleo y sueldo durante el tiempo de la condena, que pague a su superior 1.000 euros por los daños causados con sus puñetazos a su superior.

Jaime Miláns del Bosch forma parte de una amplia familia en la que muchos de sus miembros son parte de las fuerzas armadas. El teniente general golpista del 23F Jaime Miláns del Bosch, su abuelo, el único mando cuyas órdenes respetó el teniente coronel Tejero durante el asalto al Congreso en febrero de 1981, fue el jefe de la región militar que sacó a los tanques por las calles de Valencia ese día, el 23F. Casi todos sus hijos son militares, de distinta graduación. Y algunos de sus nietos. Este, que se llama igual que él, tendrá que ingresar en prisión por la paliza. La sentencia es ya firme.