Hoy: 23 de noviembre de 2024
El Periodismo informativo es uno de los componentes de las democracias más dañado por errores propios de los periodistas y, asimismo, por presiones y circunstancias ajenas. Su misión fundamental consiste en despejar periódicamente la incertidumbre mediante la información, bien público por excelencia, que surge de la sociedad, de la ciudadanía, a quienes será devuelta una vez sea organizada por los periodistas según pautas de actualidad e interés general. El ciudadano de a pie no puede ser ubicuo, por lo cual el Periodismo le brinda la posibilidad de acceder a escenarios de su interés, tanto locales como nacionales o internacionales.
Por otra parte, tras cruzar informaciones significativas, el Periodismo de Opinión puede permitirle, además, interpretar la realidad y coadyuvar a la formación de su criterio. Mas, en este menester opinativo, hay que decirlo, concurren escritores de periódicos, que no son propiamente periodistas y que carecen del oficio y de los compromisos deontológicos del profesional del Periodismo.
Bien, pues cada día son más escasos los medios periodísticos que cumplen adecuadamente estas tareas informativas e interpretativas. ¿Por qué razón o sinrazón sucede esto? Lo dicho resultaría poco relevante si el Periodismo no tuviera que ver con la democracia y si la democracia no tuviera que ver con la pluralidad. Pero en democracias supuestamente consolidadas, como la española, esta crisis de incumplimientos del Periodismo genera efectos malsanos, muy tóxicos, para la sociedad, porque los medios informativos y de opinión, regidos teóricamente por pautas periodísticas, han dejado de tenerlas en cuenta y se han olvidado de mediar entre las distintos clases y fracciones de la sociedad para pasar a incitar y excitar su beligerancia.
Ello es debido, en principio, a la pérdida de conciencia e integridad de algunos periodistas, reales o supuestos: son aquellos que han olvidado su misión social de devolver a la sociedad la información que ella necesita y pasan a apropiársela y a utilizarla en provecho propio o de determinados propietarios de medios o emporios publicitarios, alterándola y confundiéndola con la opinión sesgada propia. Al suplantar la información por la opinión, el sustantivo por el adjetivo, medra la confusión, desaparecen las certezas y aumenta la incertidumbre: así, los medios han dejado de ser socialmente útiles.
Aquí y ahora, asistimos en España a una serie de movimientos tectónicos dentro del mundo de la Prensa y de su escudero, el Periodismo, que registra un escoramiento evidente, funcional a la polarización ideológica y política en curso. Este sismicidad es inducida por políticos de muy baja cualificación profesional y moral, instalados en el insulto como única divisa de su quehacer, que han convertido muchos de los partidos que dirigen en verdaderas máquinas de rencor, intransigencia e intolerancia. No ofrecen ideas, ni acción política alguna. Solo prima una pseudocomunicación altamente tóxica, basada en la negación del otro, cuando no en la nuda mentira.
La Prensa, que asiste obligadamente al seguimiento de este proceso, al dar cuenta de tal fronda se ha dejado contaminar por esa deriva ideo-política tan perjudicial para los intereses reales de España. Y la crisis, entonces, está servida. El diálogo social, que es la sustancia de la política, se rompe. El Periodismo, puente de intercomunicación social por antonomasia, declina hacia posiciones incompatibles con su utilidad y viabilidad sociales y la confusión repta primero para trepar luego por doquier. He ahí una propuesta de explicación a algunos de los objetivamente incomprensibles trasiegos de periodistas o escritores de periódicos, rehenes del desconcierto, desde unos medios informativos con líneas editoriales específicas hacia otros con apuestas editoriales totalmente antagónicas.
Tal es el ciclo inexorablemente declinante del Periodismo si no se le pone remedio. Para ello, será preciso indagar en sus causas. Desde un punto de vista material, los despliegues tecnológicos han alterado sustancialmente los conceptos espacio-temporales que han servido de soporte, hasta ahora, a la cultura humana. El Periodismo tiene que ver con la periodicidad, con la secuencialidad de la vida, de la información, de la actividad social. Sin embargo, esa secuencia temporal ha sido devastada por la simultaneidad aplastante que se incrusta en el ADN de la tecnología tal como es hoy aplicada.
De esta manera, la tecnologización de las empresas y los procesos periodísticos, los caprichos del capital y de los inversores, las pulsiones hacia el multimedia, su vuelco pleno en dispositivos vinculados a redes, las velocidades y frecuencias de transmisión, la cualificación imposible exigida al periodista enredado en este magma virtual, así deslocalizado y deshistorizado, han trastocado la base conceptual y material sobre la que ha discurrido el Periodismo en los últimos trescientos años. No digamos nada de las temibles cohortes de pseudo-periodistas que pueblan la esfera digital banalizando sus textos y degradando los mensajes.
Lo más grave es que los conceptos de verdad, de certeza, de información, de opinión, incluso de moralidad y deontología profesionales se han desvanecido para dar paso a posverdades, bulos, mentiras y aluviones de supuesta información, toda una recua de subproductos cuya amalgama genera aquello que algunos han denominado certeramente infoxicación.
Los equipos de investigación han desaparecido de los medios. Casi 200 de ellos habían dejado de existir meses antes del estallido de la crisis de las hipotecas basura de 2007-2008, cuyos efectos devastadores conocemos y que podrían haberse mitigado de haber sido avistados por tales colectivos profesionales. Los periodistas literarios o gráficos, la figura de los enviados especiales a escenarios informativos, que en su día constituyeron el florón del Periodismo mundial, Kapucinski, Fallaci, Leguineche, Kappa, Taro… es cada vez más exigua y hoy a cada corresponsal se les exige simultáneamente escribir el texto, realizar las fotografías, enviar el soporte audio para radio, filmar videos, dar la cara en pantalla… un fardo de exigencias desproporcionadas, cuando no inhumanas, que degradan la calidad de lo informado, como degrada la calidad musical el hombre orquesta, frente a una buena filarmónica donde cada instrumentista tiene su función definida y limitada para así generar la excelencia.
Por otra parte, la gestión de datos ha surgido en la escena informativa con una temible carga de potencial manipulación, al permitir a sus dueños-gestores la elaboración de perfiles personales. Con ellos consiguen obtener la sujeción inconsciente del perfilado a determinados productos de consumo o bien a conductas electorales también premeditadamente impuestas.
Para colmo, la denominada inteligencia artificial se abre paso acreditándose publicitariamente ahora como “gran herramienta salvadora” cuando sabemos que, mientras no cambie en clave social su propiedad, sus efectos redundarán abrumadoramente, una vez más, en manos privadas en búsqueda permanente de tasas de ganancia elevadas a costa de lo que sea o bien en manos de Estados con anhelos totalitarios de absoluto control ciudadano.
Como vemos, las bases de la interacción humana y de la intercomunicación social, de las cuales el Periodismo fue uno de sus firmes soportes, se desfiguran. Sin embridar los avances tecnológicos en coordenadas espacio-temporales u otras de nuevo cuño pero sustancialmente social, su despliegue avasallador acabará con toda forma de relación entre seres humanos, para ceder nuestras voces y palabras a máquinas de una higiénica objetividad cartesiana, tan asépticamente perfecta como capaz de inhumanizar todo lo que les salga al paso.
Gracias Don Rafael por exponer con tanta claridad, la injusticia de la que muchos hemos sido víctimas por culpa se los falsos noticieros escritos desde un sillón de cuero sin salir a buscar la verdad desde sus raíces.
pocos quedan de esos periodistas valientes que salían a la calle con su cámara y su papel en busca de noticias reales, sin necesidad de componer versos de ficción que no tienen nada que ver con la realidad.
A esto se le añade el engaño que divide a toda una sociedad en medio de humos que ocultan lo que realmente se está sufriendo.
gracias Fuentes Informadas y Don Rafael por ayudarnos con sus noticias a no caer en falsos pensamientos y en no participar en divisiones que lo único que hacen con este formulario robótico es implicar a personas de buena fe.
en nombre de las personas que han sufrido injusticias, GRACIAS
Querido Rafael. Me alegra ver que sigues en la brecha luchando por la autenticidad del periodista. Difícil desafío en esta sociedad. La polarización, los intereses propios y las presiones ajenas nos contaminan a todos sin excepción. Pero el problema es que en el caso del periodista estos virus tan extendidos los contagia a sus lectores ,extendiéndolos por un ámbito muy grande. Otra de las consecuencias nefastas de este actuar es el descrédito de su profesión. Ya nadie nos creemos menos lo que diecn los periódicos y los jóvenes ni lis leen. Un placer seguir leyéndote……con grandes recuerdos de nuestras infancias
Suscribo los comentarios de los lectores. Periodismo debe estar ligado al ideal Democrático. Es piedra angular. Sin noticias contrastadas y veraces, y sin una opinión profesional de
que sirve a la Sociedad un periodismo en manos de oligarquías o políticos.