Los NO-Derechos de los Presos en España. Cap. 7: Asistencia sanitaria. Art. 36 y ss.

19 de julio de 2025
3 minutos de lectura

Yo sí creo a Juan Antonio. Y desgraciadamente le creo porque he sufrido en mis carnes la falta de atención sanitaria en nuestras cárceles

​“Carcer enim ad continendos homines, non ad puniendos haberit debet” ​(La cárcel debe servir para retener a los hombres, no para castigarlos.)

Ulpiano—Época romana–

Artículo treinta y seis

Uno. En cada centro existirá al menos un Médico general con conocimientos psiquiátricos encargado de cuidar de la salud física y mental de los internos y de vigilar las condiciones de higiene y salubridad en el establecimiento, el cual podrá, en su caso, solicitar la colaboración de especialistas. Igualmente habrá cuando menos un Ayudante Técnico Sanitario y se dispondrá de los servicios de un Médico Odontólogo y del personal auxiliar adecuado.

Dos. Además de los servicios médicos de los establecimientos, los internos podrán ser asistidos en las instituciones hospitalarias y asistenciales de carácter penitenciario y, en caso de necesidad o de urgencia, en otros centros hospitalarios.

Tres. Los internos podrán solicitar a su costa los servicios médicos de profesionales ajenos a las instituciones penitenciarias, excepto cuando razones de seguridad aconsejen limitar este derecho.

​Este es el primero de los 5 artículos que componen el capítulo III del Título II de la LOGP, referente a la Asistencia sanitaria que debe haber en las cárceles españolas. Tan solo tenemos que leer los artículos escritos por y de mi amigo Juan Antonio Rodríguez Flores, preso español.

Algunos dirán que no se creen que esas cosas puedan pasar en España. Yo si lo creo, pero básicamente porque también lo he vivido. Otros dirán que los presos no tienen derecho a nada y que porqué van a tener ellos, ellas y elles más atención médica y más rápida que los ciudadanos honrados que están en libertad.

Hay que recordar a esta gentecilla que los presos están en la cárcel por vulnerar la ley, por faltar a las normas básicas de convivencia en sociedad. Pues les recuerdo a estas personas que no cumplir la ley, esto es, no dar, de manera efectiva y eficiente, la asistencia sanitaria, algo a lo que está obligada la administración, porque la ley se lo ordena, es también un delito y por lo tanto motivo para que algunos, algunas y algunes pasen a engrosar la lista de huéspedes de los hoteles de Instituciones Penitenciarias.

Yo sí creo a Juan Antonio. Y desgraciadamente le creo porque he sufrido en mis carnes la falta de atención sanitaria en nuestras cárceles. Y no por culpa de la desidia o dejadez de los médicos y personal sanitario que realizan su trabajo dentro de las prisiones, sino por la falta de personal. Pero bueno. Falta personal en los ambulatorios, falta personal en los hospitales, es lógico y normal que falte personal en las cárceles.

Y podría decir que he visto morir compañeros por esa falta de atención. Me ha tocado verlo. Pero también se que han muerto niños, ancianos y todo tipo de pacientes, por un mal diagnóstico, realizado por un médico de urgencias que llevaba más de 30 horas sin dormir, sin descansar.

Tan solo mencionar una gran diferencia al respecto de estar dentro o fuera de la cárcel. Los de fuera, protestan, salen en la televisión, se les ofrecen abogados que les prometen cientos de miles de euros de indemnización, hacen ruido y se les escucha. Puede que no se les haga mucho caso, pero se les escucha.

A los que estamos dentro ni se nos escucha ni se nos hace caso. En Estremera, con más de 1500 internos hemos llegado a estar sin facultativo hasta tres meses y cuando mejor ha estado la cosa es cuando había 2 o 3 doctoras. La plantilla es de 14 facultativos con ciertas especialidades, como psiquiatría ya que más del 70 % de los internos tienen algún trastorno mental y algunos, un 20% aproximadamente tienen que estar en módulos especiales, separados de la población reclusa general.

Se supone que en la cárcel debemos recibir un “tratamiento” que nos haga poder volver a la vida en libertad respetando las normas. Pues si las normas se las pasan por el escroto (nombre técnico del forro de los cojones) quienes las dictan y quienes están obligados a ponerlas en práctica, a lo mejor habría que construir más cárceles y cambiar a los presos por toda la panda de ladrones que tenemos en la clase política.

Volvemos a lo mismo de siempre. Se dictan leyes, se dictan reglamentos. Pero si no se les asignan unos fondos, unos medios, personal y recursos, ganas en general, no sirven para nada. Se quedan en lo que siempre he denunciado y seguiré haciéndolo, en normas para enseñar a las organizaciones internacionales, para que suelten fondos y después gastarlos en otras cosas como han estado haciendo con todo el dinero que la Unión Europea les ha dado para el sistema carcelario español, y que se han gastado en putas, farlopa y adquirir bienes inmuebles en la República Dominicana.

Alfonso Pazos Fernández

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