La historia de ‘Los girasoles’ de Van Gogh

16 de octubre de 2022
6 minutos de lectura
Los girasoles de van Gogh
El famoso cuadro de Vincent van Gogh titulado 'Jarrón con catorce girasoles', de 1888, también conocido como 'Los Girasoles'. I Fuente: Europa Press

El famoso pintor neerlandés reflejó a través de los girasoles su vida y su razón, “medio destruida”

Vincent van Gogh fue un hombre solitario que sufrió mucho durante toda su vida. Según palabras del artista neerlandés, su infancia fue “triste, fría y estéril”. Una vida que estuvo marcada por la soledad, el aislamiento, la pobreza y una visión particular del mundo que le llevó a Francia a buscar la verdadera luz, aquella que el ojo humano no podía ver. Esa búsqueda se convirtió en su compañera de vida y por ella abandonó su salud física y mental.

Vincent padecía epilepsia hereditaria, según los médicos que le trataron. En 1885 contrajo la sífilis, por la que perdió casi todos los dientes. Y en 1888, en una crisis de locura, se cortó la oreja izquierda. Este último fue el primer episodio psicótico que se registró de van Gogh y del que se cree que el alcohol, el tabaco, la falta de sueño, la mala alimentación, el estrés y una violenta discusión con su amigo Paul Gauguin, fueron los detonantes del sangriento y turbulento suceso.

De carácter difícil, temperamento fuerte y psicológicamente vulnerable, el artista pasó los últimos años de su vida recluido, de forma voluntaria, en centros mentales para tratar sus depresiones. En aquel tiempo los doctores no sabían cómo atender a personas con trastornos mentales y emocionales, por lo que no disponían de un tratamiento adecuado para ello. Así que, para mantener ocupada su mente en los momentos de crisis y en los largos periodos de encierro, sus únicos bálsamos reparadores fueron la pintura y la lectura. Y mientras anhelaba la cura de una enfermedad que se iba apoderando de él por completo.

Sin embargo, Vincent encontró en su hermano menor, Theo, a su fiel confidente y al pilar fundamental de su corta vida. Los dos hermanos eran muy unidos y, a pesar de vivir en ciudades distintas, Theo ayudó a su hermano mayor brindándole apoyo financiero de manera continua y desinteresada. La unión de ambos hermanos fue tan grande que incluso Theo falleció, tras sufrir un ataque de locura, seis meses después de que lo hiciera su hermano.

Van Gogh se adentró en el mundo de la pintura a la tardía edad de 27 años. Pintó cerca de 900 cuadros, entre ellos 43 autorretratos y 148 acuarelas, y realizó más de 1600 dibujos. Y como la mayoría de pintores, la calidad de su obra fue reconocida después de su trágica muerte, el 29 de junio de 1890.

Al artista neerlandés le gustaba copiar la naturaleza y, pese a que “no lograba ponerse de acuerdo con ella”, como él mismo decía, optó por crear en sus obras una naturaleza particular utilizando su imaginación y su paleta de colores, como se puede apreciar en multitud de obras como ‘La noche estrellada’ o ‘Campo de trigo con cuervos’.

Aunque sus inicios estuvieron marcados por una pintura lúgubre de tonalidades oscuras, el contacto con los pintores impresionistas de la época (Renoir, Monet, Pissarro, Signac o Bernard) sumado al arte japonés, hicieron que la pintura de Vincent se volviese más clara y transparente, empleando colores puros y brillantes sin mezcla.

La obsesión por el amarillo y el uso de los girasoles

Fue así como van Gogh convirtió el color amarillo en todo un símbolo de la felicidad que se refleja en obras como ‘Los Girasoles de Arlés’. Un color que representaba su mundo interior y que reflejaba a la perfección la vida, la luz, el calor y el color del sol, como él mismo confesó en una de sus cartas enviadas a su hermano Theo:

“Ahora tenemos un calor magnífico e intenso y no corre nada de viento, es el adecuado para mí. Un sol, una luz que, a falta de un calificativo mejor, sólo puedo definir con amarillo, un pálido amarillo azufre, un amarillo limón pálido. ¡Qué hermoso es el amarillo!

Fue en Arlés, Francia, donde Vincent van Gogh pintó la serie más famosa de Girasoles entre los años 1888 y 1889. Pero estos no fueron los primeros.

El artista neerlandés se mudó a París en 1886 y un año después, en 1887, pintó los primeros cuatro cuadros con girasoles como temática principal y titulados: ‘Los girasoles de París’. Pertenecientes al género de la naturaleza muerta, el artista empleó en ellos tonalidades oscuras para representar a estas flores cortadas, marchitas y muertas.

Van Gogh, en una de sus cartas remitidas a su hermano Theo, afirmó que “los girasoles son míos” y no dudó en recurrir a ellos para evolucionar su estilo y desarrollar un nuevo empleo de la tonalidad en sus obras futuras, permaneciendo inalterables sus emociones expresadas a través de los brochazos de color. Vincent parecía haber encontrado en esta planta a su semejante. Tanto así que quería ser conocido como el pintor de los girasoles.

Así, una mañana de agosto de 1888 Van Gogh comenzó a pintar la famosa serie ‘Los girasoles de Arlés’. Al final de la semana, ya había completado cuatro lienzos con los jarrones florales como temática principal. A diferencia de sus antecesores, esta vez se trataba de una colección resplandeciente de siete cuadros en color oro y amarillo. Y en ella los girasoles reflejan el ánimo atormentado del autor, a través de sus volúmenes y formas tensas y delgadas.

Aunque los cuadros de la serie ‘Los Girasoles de Arlés’ en apariencia resultan similares, no son idénticos; pues además de diferenciarse en el número y en el color de girasoles, también se muestran todas las etapas de la vida de esta flor. Un viaje emocional a través de los colores que transcurre por los amarillos brillantes, dónde se aprecian los girasoles en todo su esplendor, pasando por el amarillo ocre de los girasoles maduros, hasta llegar a los marrones áridos de los girasoles marchitos y muertos.

En esta serie se encuentra una de las obras más emblemáticas del artista neerlandés y la pintura de la que más orgulloso se sentía van Gogh: ‘Los Girasoles’, que actualmente se encuentra expuesta al público en la Galería Nacional de Londres y que ha sido objetivo de un ataque vandálico.

Quizá ‘Los Girasoles’ sea el cuadro más innovador de la colección, ya que el artista rompió con la estética establecida por los pintores de la época al colocar sus 14 famosas flores amarillas dentro de un jarrón amarillo, con fondo amarillo. Y entre tanto color amarillo el lienzo irradiaba luz.

Vincent van Gogh creó la serie compuesta por siete cuadros para decorar su casa amarilla en Arlés, Francia, ante la visita de su amigo, el también pintor, Paul Gauguin, para llevar a cabo la creación de una comunidad de artistas.

“Con la esperanza de llegar a vivir con Gauguin en nuestro estudio, quiero pintar una serie de cuadros. Nada más que grandes girasoles… Si llevo a cabo mi plan, pintaré una docena de cuadros. El conjunto es una sinfonía en azul y amarillo. Trabajo todos los días desde que sale el sol. Porque las flores se marchitan enseguida y hay que pintarlo todo de una vez, escribió orgulloso van Gogh en una carta enviada a su hermano Theo.

El famoso cuadro, creado para decorar la habitación de Gauguin, tenía la intención de impresionar al pintor vanguardista y el mensaje parecía claro: al igual que el girasol gira en la dirección del sol, van Gogh se guiaría por Gauguin. Así pues, el amarillo de las flores representa la amistad y la esperanza, mientras que las formas voluminosas de los girasoles al abrirse, simbolizan la gratitud.

Lamentablemente la amistad entre ambos pintores terminó estrepitosamente debido al choque de sus fuertes personalidades. La tarde del 23 de diciembre de 1888, ambos mantuvieron una fuerte discusión que acabó con van Gogh automutilándose la oreja izquierda con una cuchilla, lo cual precipitó el regreso a París de Gauguin tras poco más de dos meses de convivencia juntos en Arlés. Desde entonces, los delirios persecutorios, la angustia, el terror y las alucinaciones se conviertieron en la tónica diaria de van Gogh. La ‘locura’ lo desgastaba y los momentos de lucidez eran cada vez más escasos.

Van Gogh puso rumbo a la villa de Auvers para alejar de su mente el ruido y el ajetreo urbano de la ciudad parisina. La tarde del 27 de julio de 1890 cuando se dirigía al campo para pintar, se disparó en el pecho con un revólver. Herido y de noche, regresó a su cuarto de la pensión de Ravoux dónde se hospedaba y no dijo nada a nadie. Al día siguiente, el doctor Paul Gachet y su hermano Theo acudieron a visitarle. Finalmente, Vincent van Gogh murió en su cama, en los brazos de su hermano Theo el 29 de julio. Tenía 37 años y sus últimas palabras fueron: “Así es como quería morirme”. Al día siguiente fue enterrado en el cementerio de Auvers, sin acto religioso previo, ya que el sacerdote consideró que no era apropiado en el caso de un suicida.

Puede que a través de los girasoles van Gogh plasmase todas las etapas de su vida; pues, según Gauguin, eran “completamente Vincent”. También puede que utilizase la pintura como un salvavidas emocional por el que “arriesgo mi vida y mi razón, medio destruida”. Sin embargo, su pintura permanece indeleble al paso del tiempo y en ellas “la tristeza durará para siempre”.

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