El Pontífice instó a la comunidad internacional a buscar soluciones pacíficas y a detener la locura de la guerra
El Papa ha presidido la oración por la Paz en la basílica de San Pedro. Una celebración que ha servido para concluir la jornada de ayuno y oración que el Pontífice convocó en el Ángelus para reunir al pueblo de Dios “esparcido por el mundo” con la única intención de “silenciar las armas” e inspirar “caminos de paz a los responsables de las naciones”.
En este contexto, el Santo Padre ha reclamado la paz en un mundo “convulso”, desgarrado por las laceraciones causadas por las divisiones y el veneno del odio; y por la “locura de la guerra” que “borra el futuro”.
El Papa implora a la Virgen María por un mundo desgarrado por la guerra
Francisco ha vuelto a implorar a la Virgen María, Reina de la Paz, por la violencia que tiene lugar en Tierra Santa, en el conflicto entre Israel y Hamás, reclamando una urgencia en “estos tiempos desgarrados por los conflictos y devastados por las armas”, según ha informado ‘Vatican News.
Al llegar a la Basílica en silla de ruedas, con la música de fondo del canto de la Schola Cantorum, Francisco se ha dirigido inmediatamente al icono mariano para detenerse allí unos instantes. Después, se ha unido al rezo de los Misterios Dolorosos del Rosario, intercalados con momentos de silencio y meditaciones de los Padres de la Iglesia.
Sentado con la cabeza inclinada en el sillón blanco, con la efigie de San Pedro tenuemente iluminada a su lado, el Papa se ha convertido en el portavoz de los “sufrimientos y esperanzas” de los creyentes de todos los continentes que han asegurado su adhesión a su invitación. Con la mirada y el pensamiento dirigidos a la Virgen María, ha comenzado su discurso: “¡María, míranos! Estamos aquí ante ti”, canta. La llamada va seguida de una súplica a la Virgen, que conoce bien “nuestros trabajos y nuestras heridas”.
“En los momentos decisivos tomaste la iniciativa”, ha asegurado el Papa, afirmando al mismo tiempo que la Virgen, “incluso al pie de la Cruz en la que colgaba su hijo”, tejió “la noche del dolor con la esperanza pascual”.
“Ahora, Madre, tomó de nuevo la iniciativa por nosotros”, ha rezado el Papa. “Dirige tu mirada misericordiosa a la familia humana, que ha perdido el camino de la paz, que ha preferido a Caín antes que a Abel y, perdido el sentido de la fraternidad, no encuentra la atmósfera del hogar”, ha pedido.