Dignidad: ¿Eres o no eres?

Desde pequeños nuestros mayores nos inculcaron unos valores que son los mismos que nuestros antepasados les transmitieron.

Uno de ellos es la dignidad, un valor casi sagrado por los beneficios que nos proporciona poseerla. Parece que para algunos esa palabra está obsoleta; pocas veces se emplea y menos se practica.

Es fundamental, para vivir con dignidad, y poder mostrarla en la vida cotidiana, como tarjeta de visita.

Si preguntamos a jóvenes con estudios bien aprovechados acertarán con el significado, pero en la calle la cosa se complica y encontrarás respuestas muy sorprendentes.

Otros la confunden con ética, que según el diccionario es una disciplina filosófica sobre el bien y el mal.

¿Dónde se han quedado esas enseñanzas a día de hoy? ¿Por qué se le da tan poco valor? Los tiempos nos han hecho cambiar, ¿pero tanto? Lo vemos todos los días. Para algunos no significa nada. Crean una opinión que saben que es errónea y que incluso a ellos les traerá muy malas consecuencias no practicarla y, para darse cuenta, tendrían que despertar sus acomodadas conciencias, aunque por desgracia, es otro valor perdido.

La verdad es que cada uno crea sus armas para poder llegar a esa meta que decidió conseguir, y que anhelaba, con todo su ser. Unos lo logran con honestidad y a otros no les importará dejar su dignidad con sucias artimañas.

Quizá en otros países no signifique lo mismo que para muchos de nosotros y desconozcan su verdadero significado y compromiso.

Podríamos vivir mucho mejor, con leyes mas fáciles de cumplir por su coherencia y regresaríamos a una estabilidad emocional, que nos hace mucha falta y que últimamente parece que hemos perdido. Muchas veces hemos creído en falsas promesas, pero cuando descubres las falsedades, sólo sientes un enorme rechazo. Han creado mucha incertidumbre y miedo en nuestros mayores y un estado de ansiedad y estrés que les domina su día a día.

Se siente el pesar y la añoranza por aquellos días, cuando tus mayores preocupaciones se basaban en tu familia, que era tu prioridad, y en conservar el puesto de trabajo.

Somos sus marionetas, en muchos casos, han logrado arrollar una gran parte de nuestros principios de identidad; seamos capaces de romper los hilos… Ya no les serviremos y entonces no continuarán con la función por falta de público.

Lo peor de esta situación es que continuarán borrando la parte más grandiosa, brillante y honrosa de nuestra historia, y lograrán crear una nueva opinión sobre los españoles fuera de nuestras fronteras. Pero, ¡somos un pueblo con dignidad!

Seamos coherentes con nuestra realidad y dejemos un legado digno a esas generaciones venideras.

La historia guarda siempre los hechos consumados y tarde o temprano salen a la luz, nos podrán asombrar, pero reafirmarán lo que vivimos y sufrimos. Por desgracia, lo bueno se repite pocas veces, pero lo malo, cuando está bien instalado y bien alimentado, crece demasiado rápido.

Dejemos que pase hambre y se descomponga. Nos irá mucho mejor a todos.